miércoles, 20 de enero de 2010

“¿Quién soy entonces? Antes decídmelo, después,

"¿Quién soy entonces? Antes decídmelo, después,
si me gusta ser esa persona subiré; si no, me
quedaré aquí abajo hasta que sea alguna otra”
Alicia en el País de las Maravillas
Lewis Carrol

Por Paula Ortiz


Una mañana distinta a las demás, un avión por tomar, varios abrazos de despedida y lágrimas de miedo, tristeza y emoción eran ideas que me prevenían de un gran cambio. Me mudaba del único lugar donde había vivido, me mudaba de la única forma que conocía de vivir, me mudaba de mi infancia con recuerdos empacados y con ganas de irme en cuerpo y quedarme en alma.


Incluso mi cuarto parecía diferente, todo comenzaba a verse gastado, tan inservible que había que renovarlo. La mañana se pasó más rápido que de costumbre. Las últimas horas que quería disfrutar en mi casa se esfumaron como burbujas de jabón. No quise comer, tenía el trillado nudo en la garganta previo a cualquier incertidumbre que acorrala la naturaleza humana. Mi papa llevó mis maletas hasta el auto, mi mamá y yo veníamos detrás. El camino hacia el aeropuerto me pareció tan corto como nunca, se nos fue entre charlas y consejos repetidos que parecen nunca ser suficientes.

Haciendo la cola para el chequeo volteé la mirada y ahí estaban, sorpresivamente, cuatro amigos y un novio aguardándome para una última despedida que se estaba postergando desde hacía días. Aguardamos a que llamaran mi vuelo entre buenos deseos y abrazos vestidos de promesas, pensando todos que quien dijo que la distancia era el olvido estaba equivocado.

Sentí que era yo la que había decidido irse, era yo la que no podía llorar, era yo la que no debía hacerlos llorar a ellos, y haciendo mis mejores esfuerzos por asegurarles que todo estaría bien me despedí de mis padres otra vez. Luego de mis amigos, quienes hasta el sol de hoy persisten, esporádicos, pero presentes, y, por último, del novio que sí supo alejar la distancia.

Crucé a la sala de embarque y comencé a caminar hacia el avión. Frente a mi tenía una pasaje hacia una nueva vida, no muy lejos de casa pero si totalmente diferente a lo que ese concepto englobaba hasta ahora. Una carrera, nuevas personas, lo que me gustaba, lo que me asustaba. Nunca pensé que fuera tan difícil y nunca me pregunté tanto si todo el mundo había sentido lo mismo que yo, si algún momento de sus vidas les hubiera hecho crecer de la forma en que este nuevo panorama me obligaba a hacerlo.

Cuando llegué, Maiquetía me mostraba otra cara que no era tan gris, no era una puerta que se cerraba sino una que se abría. Con el mismo miedo que ganas me preparé para lo que me esperaba, ansiosa por descubrirlo.

2 comentarios:

Moises Larez dijo...

¡LO AMO! Tú y yo, y todos los demás sabemos por qué. Creo que no puedo decir más. Me has dejado pensando demasiadas cosas. Mil abrazos, me encanta muchísimo, muchísimo.

Jessisrules dijo...

se me erizó la piel. Genial Pau, de verdad! lo amé!