domingo, 23 de enero de 2011

Se han ido y no volverán

Jessica Márquez
Tercer match del segundo contraletras
Jessica vs Guillermo vs Gabriela V: Mi primera gran pérdida

Cómo explicar lo que significa perder a alguien que amas. Como poner en palabras el enorme vacío que se crea entorno a su ser, entorno a lo que representaba en tu vida. Aún no existe el lenguaje que pueda expresar un abrazo que no volverá, una sonrisa que se ha quedado perdida en el viento. Cómo explicar que la vida es cruel, que el tiempo pasará, y que por mucho que lo intentemos hay personas que no están destinadas a caminar todo el camino con nosotros. Es sólo la forma en que suceden las cosas. Estamos destinados a vivir rodeados de fantasmas, a vivir a medio camino entre esta vida, la que incluye a los que aún están aquí para amarnos, y los que se fueron irremediablemente. Tal vez no se fueron físicamente, pero sencillamente ya no están.

Su templo es la memoria. El espacio que habitan son los recuerdos. Son sus eternos protagonistas, como una película que ha sido vista millones de veces, que ha sido retrocedida y adelantada tantas, pero tantas veces, que hemos perdido conciencia de su linealidad, que ya no sabemos si realmente sucedió o si es producto de nuestra imaginación. Es así como podemos llegar a perdernos en esta semi-vida. Pero es inevitable. Es inevitable no querer dejarlos ir. Es inevitable quererlos siempre cerca y volver a olerlos, escucharlos, tocarlos, verlos. Entonces soñamos que estamos junto a ellos nuevamente, que nunca se fueron, pero es tan sólo una ilusión, la expresión de un deseo intenso pero reprimido, como diría Freud.

Hay pérdidas que suceden instantáneamente. Que son un pestañeo, un instante, un aleteo de una mariposa distante, en el otro lado del mundo. Hay otras que son lentas y mucho más dolorosas, son pérdidas que se convierten en un peso en los hombros, en una forma de vida. Mientras tanto, estamos caminando y los fantasmas están ahí. En la calle, en un aroma, en una vieja canción, en un recuerdo que nos asalta cuando tenemos las defensas bajas. Cualquier cosa puede desatarlo, cualquiera. Los objetos más insignificantes y cotidianos se convierten en grandes tesoros. El dinero deja de importar. El dolor persiste, y nunca se va. Se convierte en una gran cicatriz, y a medida que más pérdidas experimentamos más cicatrices tenemos. En el alma, muchos somos hombres y mujeres venidos de la guerra, una que se libra en el campo de batalla del destino, intentando engañar a su plan maldito, intentando cambiar el número en que cayeron los dados. Pero es imposible.

Cuando alguien se va de esa forma, tan lentamente, la pérdida se prolonga. Hasta que un día despertamos ante una mañana donde el sol calienta, y sentimos sus rayos, y nos damos cuenta que el peso se ha alivianado. Que somos capaces de amar un poco más y de sufrir un poco menos. Es el momento en que decimos adiós, en que aceptamos que esa persona murió, que ya no está en nuestra vida, o que la persona que era ya no existe, que se fue con las olas, con un cometa, o tal vez tan sólo alzó la mirada, abrió sus alas y voló. Lo cierto es que nuestra existencia tendrá que pasar sin ellos. Atrás quedan entonces aquellas pequeñas historias personales, algunos objetos, risas y lágrimas revueltas en un cajón, y somos capaces de continuar un poco más. A veces, las más terribles, debemos desarmar la vida de quién amábamos. Vamos quitando piezas, vamos dejando desnudo al ser humano, al que realmente no conocíamos porque estábamos muy ocupados viendo únicamente lo que quería mostrarnos de sí mismo. Y quedamos desnudos nosotros también, en aquella incertidumbre, en el dolor, en la profunda sensación de la pérdida, del vacío.

La única forma de vivir después de las pérdidas es seguir viviendo. Ana lo dijo en Ana y el Rey cuando le preguntaron: ¿Y cómo sobrevive?, y ella respondió: un terrible día a la vez. Hasta que ya no todo es terrible. Hasta que el dolor da paso al perdón, a la aceptación, hasta que la realidad deja de batallar con los anhelos más profundos del corazón, hasta que los perdonamos por haberse ido, o hasta que el destino en un giro imprevisto de la trama nos da una oportunidad de recuperar a quien perdimos. Pero eso casi nunca sucede. Llega un punto en que dejamos de sentirnos solos y vulnerables, en que dejamos de llorar a los que partieron, y llegamos a la felicidad.

Quisiera decir que estoy ahí, pero voy poco a poco. He avanzado, he cerrado algunas heridas, hay cicatrices que ya no duelen tanto como antes. Pero nunca superaré mi primera gran pérdida. Fue física y emocional al mismo tiempo y, aunque han pasado años de ese nefasto momento, no hay un día en que no me defina, en que no marque mis acciones, en que no me transforme como ser humano. Y a veces, quiera reconocerlo o no, en los rincones oscuros de algunos días perdidos me encuentro con los fantasmas de quiénes se fueron aquel año, y los lloro impotentemente. No puedo evitarlo, fue mi primera gran pérdida. Pero el resto de los días me levanto y siento los rayos del sol. Porque quedan demasiados a los que amar, porque queda demasiada vida por vivir, y ellos querrían que la viviera a plenitud...a pesar de que ya no están.

6 comentarios:

Gabriela Valdivieso dijo...

UY! La lectura de cada palabra me produjo igualmente impresión y excitación. Además fortuna, como tristeza. A ver:

Me emocioné leyéndote y me impresioné de tu texto porque sentí que especialmente los primeros párrafos condensan una sensación demasiado difícil de explicar. Creo que lograste poner en palabras esa bruma espantosa que cala en los huesos cuando alguien amado se va.

Disculpándome a priori por mi comentario; sentí que con esto un extraterrestre podría aproximarse a esta sensación, entenderla. Estoy impresionada de la resonancia, la afirmación que hacía mi emotividad con cada letra. No sabría qué agregar, no podría recomendar algún cambio en los primeros intensísimos párrafos.

Por esto mismo me sentí afortunada; de poder leer la definición de algo tan complejo. Y de poder sintonizar y recordar esta emoción teniendo lejana en el tiempo una vivencia similar.

Pero además sentí tristeza. Esta comprensión que despliegas no es azarosa. Cuántos dolores habrás pasado. Lo lamento mucho, amiga.

Sólo me queda darte el consuelo de que es claro todo lo que habrás crecido y que veo que esto se transforma en destreza narrativa: en trasfondo psicológico de personajes. Creo que por fin capté tu potencial mayor plus; el mundo emocional de personajes. Piénsalo..

José Leonardo Riera Bravo dijo...

WAO!! Qué potencia!!

Eso fue un Knock Out técnico! Poquito a poquito nos dejaste debiles en el ring!

Te conectas fervientemente con el lector. Me atrevo a decir que no leí este texto, sólo lo sentí. Y no por el tema (de más sensible) en cuestión, sino por cómo lo abordas y lo preciso de tus palabras!

Yo, que soy el poeta más insensible del mundo, fui "acoñazeado" con este texto!

"En el alma, muchos somos hombres y mujeres venidos de la guerra, una que se libra en el campo de batalla del destino"

Jessisrules dijo...

Gracias Gaby, gracias por tu generosa apreciación. Me conmueven tus palabras. Si he sufrido, pero también he aprendido a amar con más intensidad. Lo pensaré, es una idea interesante.

JL, me alegra mucho que te gustara, es que yo también lo sentí cuando lo escribí, me senté rodeada de mis fantasmas y escribí lo que me hacen sentir. Me alegra haberte llegado.

Gracias de verdad por sus palabras

Victor C. Drax dijo...

Me hace pensar en uno de los temas que a veces trato de tocar, es un tema recurrente mío: cómo el sufrimiento es un hecho seguro de la vida; nadie puede protegerte contra él. Muchas veces dejamos que nos marque y lo arrastramos con nosotros durante más tiempo del que creemos.

Y al final, todo se trata del amor: amor ganado, amor perdido, el amor que fue, el amor que nunca será.
"El amor nunca debió ser algo tan loco, ¿pero quién tiene tiempo para llorar?"

Este texto me ha hecho pensar, Jess.

Gabriela Valdivieso dijo...

Wow, Vic, le diste otra dimensión más. Interesantísimo. Hace una años una amiga me lanzó eso: que todo se mueve por amor o por su ausencia, el odio. Qué extraño. Lo repensaré!

Jessisrules dijo...

Gracias flaco, eso es justo lo que quería trasmitir, que la vida tiene sufrimientos, pero que ser feliz es una decisión diaria y constante, a pesar del sufrimiento, y en un intento de vivir, de sentirse vivo, de aprovechar el amor que aún tienes. Porque siempre se trata del amor, siempre.

Si es verdad Gaby, el mundo entero se mueve por eso.

Gracias a los dos!