miércoles, 19 de agosto de 2009

Corazón de fuego


Por José Leonardo Riera


Al principio del principio, en las selvas de Caracas, gobernaba una chamana llamada Luna, ella era muy hermosa, brillaba resplandeciente día a día, pues allí no había sol ni noche, sólo un cielo azul que era iluminado por su grandeza. Todos los habitantes de la selva, hombres y animales estaban enamorados de ella. No obstante, ésta se consideraba superior a ellos, y por eso no les hacía caso.

Por carecer de emociones y buenos sentimientos, se dedicó a enseñar sus poderes mágicos a otros chamanes, quienes, enamorados, la seguían al punto de idolatrarla. No así el chamán San Thome, quien estaba decidido a quitarle su poder, pues consideraba que no lo merecía. La magia es sólo para aquellos de corazón humilde, aquellos que la usan para ayudar y proteger a su gente, decía San Thome.

Fue así que Luna, como siempre, estando sola y distraída con su belleza, fue atacada por el chamán San Thome. Éste le lanzó un hechizo que la convirtió en un zamuro. No obstante, Luna, por ser tan poderosa, fue creciendo poco a poco hasta que llenó todo el universo con sus plumas negras, oscureciendo para siempre nuestro mundo.


Pasó el tiempo y todo era un desastre. Sin la luz del día todos los habitantes de la selva estaban en peligro, se mataban unos a otros, se morían de hambre y, sin Luna, muy pocos chamanes aprendían nuevos hechizos. Ella estaba indignada, todos estaban tan ocupados en matarse unos a otros, que ya ninguno la recordaba ni admiraba su belleza.

Molesta por eso, juntó el poco poder que le quedaba y en medio de su negro manto hizo surgir un gran ojo blanco. El chamán San Thome informó a su pueblo que esa oscuridad era la noche, y esa esfera blanca era el ojo de Luna. Los indios al ver tanta luz en medio de la noche, quedaban enamorados de lo que veían y con el pasar del tiempo gritaban desesperados por alcanzar aquella esfera. Hasta que, muertos del cansancio, morían y subían flotando junto a Luna. Cada vez que un hombre fallecía lo llamaban “el estreno de la bella”, así, con el pasar del tiempo, se llamaron estrellas.

San Thome estaba preocupado, ya los hombres no se diferenciaban de los animales. Todos dejaron a su gente y sólo admiraban a la luna, San Thome estaba arrepentido de lo que había hecho y por esa razón buscó una forma de solucionar el problema.

Luna era muy poderosa, y se volvía más poderosa con cada estrella; era imposible para el chamán San Thome vencerla. Pero entonces decidió sacrificar su vida por su gente, por eso se convirtió en corazón y fue creciendo poco a poco hasta cubrirse de fuego y acabar con el manto de la noche. Pero la noche era muy grande, era imposible acabar con ella para siempre. Desde ese entonces, con el pasar del tiempo, la luna y el sol pelean sin cesar, la luna por mostrar sus estrellas, el sol por acabar con la oscuridad.


Se dice que por eso, desde el principio del principio, el sol, cuando no está en el cielo, está en la tierra con las indias, quienes por su corazón y su fuego, tienen a hijos caciques.



Guaicaipuro fue uno de ellos. Un indio de fuego y corazón que desde siempre impidió que reinara la oscuridad.

1 comentario:

Unknown dijo...

Era de esperarse, muy bueno tu escrito bro, bastante creativo en mostrar otra manera de ver como se creo el día y la noche con dicha pelea xD! (Y)