martes, 18 de agosto de 2009

Dulce ambición

Por Gabriela Valdivieso

En algún lugar de la tierra, cuyas coordenadas no tengo en gana precisar, existía un niño que disfrutaba la pasta y los tequeños. Pero no tanto. Le gustaban los caramelos y el chocolate. Pero no había comparación posible. Nada, ni su carrito Súper Byper Cobra 2000, podía competir con ella. Su redondez. Su color. Su aroma. Su dulzura. Su sabor ácido al consumirla con agua fría. Su forma de acariciar la lengua. Era ella. La chupeta. Su pasión, su enamorada. Vestida de faldas rojas y letradas, lo embelezaba, lo conquistaba, lo inquietaba.

Veía chupetas en todas partes. En los anillos y los botones. En cada rueda y cada tapa. En la redondez infinita de un papel higiénico y de una cebolla. Estaba en las luces de los semáforos y en los fondos de los vasos. Todos eran como ella; redonda, pero diferente de ella; insípidas y mundanas.

Cuanto comtemplaban sus sus ojos en la tierra eran espejismos. Dolorosos engaños. Falsas versiones de su delicia roja. Pero sobre su cabeza, allá arriba, había algo que lo emocionaba. Sobre el gran lienzo oscuro se dibujan noche a noche estrellas, satélites y planetas. Todos redondos y brillantes. Todos vestigios más o menos similares a su querida, pero sólo uno parecía la fuente de las chupetas terrestres.

La luna. Su luna. Ella, el gran astro grisáseo, era la mayor chupeta concebible. Gigante y brillante, era el objeto de sus más dulces fantasías. Sabía que toda su superficie vivía en tenso acercamiento al núcleo, al más grande y jugoso centro líquido del inmejorable gusto interestelar. Tal pensamiento asía su alma. Lo mantenía al marco de la ventana. Noche tras noche. Ardía en el deseo de conocerla, de abrazarla. De morderla.

Debía ser astronauta, sin duda. Mas mientras no pudiera, la velaría y la cuidaría, la conquistaría con promesas rellenas de deseo. Pero debía, en tiempos más cercanos que tardíos, alcanzarla y recorrerla. Saborearla. La lamería entonces hasta las últimas consecuencias.

1 comentario:

ran380 dijo...

"la lameria entonces hasta las ultimas consecuencias" hahaha wow de donde se te vienen estas ideas? En fin, me gusta porque es raro. Te puedo ver demasiado en la calle buscando chupetas en todo sitio :P Me provoca una chupeta roja Bom Bom Bum :( Aqui no hay. De hecho, creo no haber visto chupetas excepto por esas grandes en los parques de atracciones. Un pais sin chupetas? No puede ser.