martes, 27 de abril de 2010

Sueños De Hermanas

Es impresionante lo poco trascendente que es la existencia de la humanidad en el amplio esquema del universo. Nos escondemos detrás de nuestras religiones, nuestras normas científicas, en la búsqueda de comprensión de aquello que nos rodea. Si ustedes supieran lo que yo sé, apurarían a culminar sus propias vidas, al suicidio de la especie, pues es lo único que nos salvará del sino aciago que nos espera entre los eones.

Volví a Venezuela tras la insistencia de mi madre. Gómez había muerto un año atrás y aunque el general López Contreras se le parecía, afuera del país se murmuraba sobre vientos de cambio. Yo quería que mi hijo fuese venezolano y las preocupaciones de mi madre por mi embarazo me otorgaron la excusa que necesitaba para volver a la patria. Sus molestias estaban justificadas: Justina, mi hermana, había fallecido al dar a luz y el pequeño la acompañó unas horas después, causando una herida profunda en el núcleo de una familia unida, de las que sólo se ve en el campo. Mamá me recibió en la finca con gran cariño y celebró un festín en mi nombre. Se mató a una de las mejores reses y el churrasco se acompañó con vino de hacía cuarenta años. No tocamos el tema de las tensiones políticas en Madrid, ni la muerte de Marco Antonio, mi marido. Aunque la ausencia de Justina pesaba con dureza sobre el comedor, hicimos nuestro mejor esfuerzo de mantener el tema a raya, a pesar de tenerlo bien presente en nuestros corazones; la imagen de mi hermana seguía congelada dentro de los ojos melancólicos de nuestra matrona.

Por supuesto que no noté nada anormal durante la primera semana de mi estadía y fue mientras buscaba harina en el almacén de la casona que di por accidente con el diario.

Su cubierta era de cuero y tenía una cinta roja para marcar las páginas. Me apresuré en guardármelo dentro de la blusa, pues pronto comprendí que contenía los pensamientos privados de mi fallecida hermana y mostrar semejante documento a mamá únicamente serviría para perturbarla. Era una mujer de setenta años y los esfuerzos que llevó a cabo para mantenernos educadas tras la muerte de papá cuando éramos niñas se reflejaban en sus ojos. En vez de vender nuestra finca de Carabobo, como mis tíos le aconsejaron que hiciera, ella se apropió de la empresa y ahora me comentaba que en sus planes estaba heredársela a su primer nieto varón. A mí me dolía verla hablar de este modo, porque lo hacía con el aplomo de quien espera a que se produzca algo para irse al sepulcro. Su tos me preocupaba y setenta años estaba por encima de lo que sus coetáneos habían vivido. Mostrarle las reflexiones de Justina, escritas en su puño y letra, no le habría hecho ningún bien.

Había pensado demasiado en cómo se sentiría mamá sobre el diario y no había reflexionado sobre cómo me sentía yo. Esperé hasta estar en la privacidad de mi habitación antes de dormir. Encendí la lámpara de aceite y me encontré llorando al reconocer la voz de alguien que ya no estaba ahí. Justina me contaba desde el pasado sobre Heriberto, su marido, sobre cómo había vuelto a la finca para el último trimestre de su embarazo y el tiempo que esto le había tomado, viajando desde Caracas por un camino de tierra. Su día a día me encantaba. Era mi hermanita, con la que corrí por los campos e intercambié las preocupaciones de las niñas que se vuelven mujercitas. Me fui con Marco Antonio al casarme con él, a los veinte años y apenas conocí a Heriberto quien, supe, volvió a Caracas para desaparecer del ojo público después de la partida de Justina. Y mientras yo leía y rememoraba, con la guardia baja y el corazón en un puño, apareció la referencia a un sueño como el sigiloso serpentear de una pesadilla en la oscuridad.

Iniciaba la letra de Justina advirtiendo lo vívido de su visión. Estaba en el bosque circundante a la finca y con ella estaban los empleados, Heriberto y mamá, todos desnudos y con signos pintados sobre la piel, excepto mamá, que los tenía tallados en la carne. Justina había querido salir corriendo, pero se sentía abatida, incapaz de moverse mientras el resto del grupo entonaba invocaciones y ella se sumergía en una masa amorfa, fétida y cálida, a veces líquida, a veces sólida. El claro canto de los espectadores era ¡Iä f’nguelui fhtang! ¡Shub Niggurath fhtang!

Yo había tenido el mismo sueño y, al igual que mi hermana, me enteré poco después de que estaba embarazada.

Me habría sumergido en el consuelo de la racionalización, de no ser por mi necesidad de desenterrar los detalles bajo la superficie. Fue así como, a escondidas, me escabullí dentro de la cabaña donde Justina dio a luz. Comprobé que estaba preparada con una amplia cama y compresas, todo lo que la parturienta debió usar y ahora estaba renovado para mí. La existencia de un sótano en la cabaña resultaba perturbadora, pero era un nimio detalle comparado con su morador. Mi sobrino.

No voy a decirles cómo fue. Grité desde las tinieblas del monte y regresando a la casa, divisé al grupo que se preparaba para buscarme. Las antorchas perfilaban sus facciones: Mamá, con Heriberto y Marco Antonio, vociferando, maldiciendo, insistiendo en cuánto debían de proteger al fruto de mi vientre.

Esa criatura nunca va a nacer. Escribo esto como la única explicación de mis actos. Voy a extraer a la abominación de mis entrañas con este puñal. El proceso me matará, también lo matará a él y eso estará bien, porque cualquier cosa es mejor que ser la responsable de esa informe bestia. Ningún oído será recipiente de su croar y ningún ojo tendrá que posarse sobre sus ventosas. La hora se acerca, ellos me buscan y los horrores esperan para apoderarse de mí.

Me encontrarán, pero será demasiado tarde.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Blogger me hace la vida imposible. Leí despacio al principio, pero los últimos 3 párrafos me dieron prisa. Si fuera como dar pasos, yo caminaba y luego corría. Fue genial, you know :D and I know you know(?)

Gaby Jr :D

Victor C. Drax dijo...

Sabes que me encanta cuando eso me pasa y que me digas que algo que yo he escrito te lo ha causado es... nice. Gracias, Gaby. Esa era la idea :D

Karim Taisham dijo...

ummm

bueno. dos preguntas.

1) ¿estas cambiando tu estilo o es solo que estas experimentando con nuevos discursos?
porque me parece que este cuento esta trabajado de manera MUY distinta a como sueles trabajar.

2) el final inesperado ¿porque lo trabajaste tan de prisa?

me parecio sentir un ¨brinco¨ demasiado brusco entre un parrafo cualquiera y el parrafo del desenlace. fue raro.

el cuento fue muy bueno, es decir, como esta trabajado. pero (perdoname) no te siento ahi, en el texto.
ahi NO esta Victor. Al que me gusta leer.

bueno, es solo una impresion.

Victor C. Drax dijo...

A ver:

1) No sé si te has fijado, pero me gusta alternar los estilos (es mi vena post-modernista). Escribo un review, una sátira, narrativa, narrativa minimalista, guión y ahora narrativa gótica. En realidad es un género que me gusta tocar de vez en cuando, un músculo creativo que no quiero que se me atrofie (porque le debo algunas cosas, pues).

2) ¿Te parece un final inesperado o apresurado? Si es inesperado, es bueno; si es apresurado, es deliberadamente, es el "punchline" del cuento de terror. Me propuse terminar la historia en menos de 1000 palabras, como algunas historias de Quiroga.


Entiendo lo que quieres decir. Es cosa de que te has acostumbrado a leerme en cierto tono y para este texto lo he cambiado. Es algo que me gusta hacer, tener cierta versatilidad en cómo narro, varias "voces," por así decirlo. Si no parezco yo, excelente, porque esa es la idea; no soy yo, es una mujer de los años 30.

Pero, pero, al menos dime, ¿te ha gustado, ha sido interesante? ¿O "es chévere, pero ha podido ser mejor"?

Karim Taisham dijo...

te mande un privado al tu FB

Victor C. Drax dijo...

Cool, ya lo leí ;)

Gabriela Valdivieso dijo...

Coincido con Noe, a mí me pareció todo muy extraño también poqrue tuve un percance: por alguna razón lo leí asumiendo que era de Noe, insisto, no sé por qué!

Y con esa presunción me cuadró perfecto el inicio, la descripción del contexto, la trama familiar. Pero de repente ¡qué raro! y terminando entendí!! Y entonces la extrañeza es al revés. Leyendo a "Noe", pensé que se le metió Vic. Y leyendo a Vic, encontré el estilo de Noe.

Personalmente, me gustó mucho el inicio, mucho mucho, luego me desligué un poco, cuando las cosas apuraron su ritmo.

Victor C. Drax dijo...

Ese es un comentario muy interesante, Gaby, y tus observaciones sobre el ritmo de la historia son algo que definitivamente tendré en cuenta en el futuro (tu manejo narrativo es una de las cosas que admiro de tu cómo trabajas, así que estaré pendiente).

Karim Taisham dijo...

de pana.

no lo queria decir, pero yo tambien "me vi" en el texto de Vic.
si mi GABY no lo menciona, yo ni maullo. de pana.

Victor C. Drax dijo...

Es por el uso de elementos recurrentes en tu trabajo, Noelia. Pero es una casualidad, realmente.

Gabriela Valdivieso dijo...

Una feliz casualidad! Doblegarse en los estilos de alguno de los dos es un éxito rotundo, considerando su talento!!!

De verdad sentí Vic, que leía a un Vic aún más difícil de catalogar y predecir, lo que en tu mundo del horror es espectacular. Felicidades!

Victor C. Drax dijo...

"¿Qué era? Me lo pregunté a mí mismo en voz alta, y los susurrantes ecos del aposento me respondieron: ¿Qué era?"

Edgar Allan Poe.

Mi inspiración directa yace en Poe y Lovecraft: prosa barroca, horrores indescriptibles y el lector puede completar lo que uno evita decir. Uno no puede negar a las raíces y, como dijo Quiroga, "venera a tus mentores."