martes, 22 de marzo de 2011

Contar para dormir

Contar para dormir


Jessica Márquez Gaspar


Hora 32


Hubo tiempos más sencillos. Tiempos en que los problemas eran de plastilina, de plegados y de una felicidad construida sobre la ignorancia de la inocencia o la inocencia de la ignorancia. Aquellos tiempos, sin embargo, siguieron corriendo como los relojes y poco a poco se quedaron atrás con los calendarios. Hoy, donde habito, los problemas son monstruos reales, no de pesadillas nocturnas sino de la vida diaria.

Quisiera cambiar mi presente, pero no puedo: tan sólo mi futuro. El presente que vivo es el producto ya de mis acciones pasadas. O así lo expresé cuando escribía aquel cuento. Así lo sentí.

Hace dos días que no duermo. Cuando el insomnio te ataca, las fronteras entre la vigilia y el sueño se hacen cada vez más delgadas, se transforman en una forma de vida. Y mientras habitas en este espacio limítrofe los monstruos vienen a buscarte. Los de ayer y los de hoy.

Hora 36


El mundo se siente como un sueño. Nombres traspapelados, recuerdos olvidados y vueltos a recordar empiezan a remplazar mi presente, que es tan sólo sensaciones de colores, algunos olores, sobre todo a café, y una voz lejana, probablemente de mis profesores.

Ya no sé quién fui. Ni quién soy. Me siento como Jack. 

Hora 40


El tiempo se ha derretido para mí. La pantalla luminosa del celular ya no me ilumina, sólo me enfrente a la realidad de una madrugada insomne. Otra. Empiezo entonces a contar historias (y no ovejas), en un intento desesperado por ser alguien más y por dormir, aunque no sea yo, aunque no sea real.


Hace dos años las olas batían frente a ella. La inmensidad de un azul eterno le impedía pensar, tan sólo sentir. En un estado de paz, o algo muy parecido, se encontró incapaz de engranar reflexiones, pero con el burbujeo conocido de historias desesperadas, de relatos aún neonatos esperando ser: nacer. Cerró los ojos únicamente para dedicarse al sonido del mar, melodía jamás remedada por el hombre, pero que vive en su interior como las primeras canciones, como las notas internas de las pulsaciones y el ritmo vital de cada ser humano.


Entre sus latidos y la espuma que le rozaba la nariz, empezó la erupción de otra realidad, que no estuvo ni estaría nunca allí. Detrás de ella, la otra cara del Ávila se alzaba imponente. Nada se añora más que desde la distancia, nada se aprecia más que desde la ausencia. Así apreció ella a su querido mirador, al guardián de Caracas.


En algún otro momento del tiempo, probablemente en la tarde, en la hora de la siesta, una página en blanco se encontró con la historia. Y se hizo literatura. Amateur, inicial, aún más jóven, más inocente.


Como el Big Bang, su vida empezó. Empezó porque encontró un propósito, una forma de dialogar con el mundo, de interrogarlo. Porque encontró lectores y oyentes. Porque llegaron ellos, y él.


Desde entonces, ella inició un viaje sin destino, un viaje por el placer de viajar. Un viaje de maletas pesadas y livianas, de diversas paradas por la larga y agradable carretera que es la escritura, sobre todo cuando tienes grandes compañeros trotamundos.


Hora -


Mis párpados se cerraron. Mi respiración se hizo lenta. Mis músculos se relajaron. Mi mente, especialmente, dejó de retar al destino, abandonó el intento absurdo de encontrar respuestas y encontró, en cambio, las certezas de la felicidad de mi presente. El insomnio había sido derrotado tan sólo recordando. Recordando que en el pasado-presente-futuro (o algo parecido) están las claves de quién soy. La felicidad, entonces, pudo salir, encerrada como estaba por las dudas y el temor. Los monstruos más terribles, como diría Stephen, viven dentro de nosotros. Pero también las armas para vencerlos.

Hizo falta una historia para recordarlo. Cómo siempre él me decía. 





3 comentarios:

Victor C. Drax dijo...

Me contenta por un lado leerte otra vez. Por otro, cómo ha evolucionado tu prosa. La hora 32 me gustó burda, te deja con ganas de quedarte por otras horas más.

Este es el texto que más me ha gustado de ti. Las influencias se notan, pero las has convertido en algo tuyo, que es lo que se debe hacer.
Más très bien, Jessicka. You did it.

Jessisrules dijo...

Gracias flaco, gratas palabras de tu parte. Me alegra mucho que te gustara :)

Gabriela Valdivieso dijo...

Amiga bella, me encantó leerte, coincido con Vic, la 32 es especial, pero todas tienen algo uff! Me encantaron algunas frases: "Hizo falta una historia para recordarlo" y "El tiempo se ha derretido para mí. La pantalla luminosa del celular ya no me ilumina, sólo me enfrente a la realidad de una madrugada insomne. Otra."

También em dejaste cabezona con "la página de papel se encontró con la historia", ufff, si dijera vida...! haría arte...!! Me encantó, me llevo esta frase.

Te leí con la mente en el tema de la locura, más que la mezcla de tiempos, y sonreí pensando en lo excelente idea q hubiera sido. Siendo tiempos, es igual de creativa! Porque es verdad que la líneas es delgada y las espectativas se enfrentan con el presente!!

BRAVoo!!