miércoles, 23 de marzo de 2011

¡Qué buena broma, chico!

Por Geraldine Chacón,
invitada de Guillermo Geraldo
Correo: geralpaty25@gmail.com
Web: www.gpchv.blogspot.com


Tomás no tenía idea de qué hacer. Estaba tan desesperado que no sabía a quién pedirle ayuda.

Ya lo había intentado todo, pero nada. Nada funcionaba. Nada alejaba al loco, ¡nunca lo dejaba en paz!

"Ya está bueno, vale", gritaba una y otra vez el pobre muchacho. Pero el loco nada que se iba. Claro, lo que pasa es que al loco le caía bien Tomás.

Ya nadie quería escucharlo, e incluso Tomás, su amigo de siempre, se estaba cansando y quería que se fuera. Pobre loco sin nombre.

Pero Tomás ya no tenía otra salida. Su mamá, su hermano y sus amigos le decían repetidamente que no entendían cómo se había aguantado al loco por tanto tiempo.

"Ay hijo, yo fuera tú le dijera que me deje tranquilo. Amablemente, claro, tú sabes."

"Tomás, dile a ese tipo que te deje en paz, qué fastidio, pana."

Ya Tomás creía todo lo que le decían. Tenía que deshacerse del loco.

Le preguntó a su tío, el más sabio de todos, y el viejo respondió: Oye, muchacho, ¿tú sabes cómo tienes que hacer para que un loco te deje en paz? Pues finge que vas a vomitar. Sí, mijo, eso funciona de maravilla. Tú te agachas y te agarras así, tal cual como si vas a vomitar, y luego haces ese sonidito tan feo, tú sabes, ese "buaaaj".

Júrelo, mijo, que el loco sale corriendo.

Si esta solución te parece extraña, tendrías que escuchar las muchas otras que había escuchado Tomás. Insólitas. Pero para quitarse a un loco, hay que hacer algo loco.

Por supuesto que lo intentó. Y por supuesto que no funcionó.

Entonces Tomás recordó a aquel profesor de colegio, que era tan brillante y tan buena gente, pero que nadie lo quería porque todos le sacaban siempre 01. Ése, ese es el hombre. Él tiene que saber cómo hacer que un loco deje de molestar.

- Oye, Tomasito, ¿eres tú? Chico, tú sí has cambiado.
- Dígame, En cambio yo a usted lo veo igualito. Profesor, tengo que decirle la verdad. He venido a pedirle ayuda.
-Ajá, ya sabía yo que no pasabas a saludar.
- El asunto es que desde hace un par de años, me hice amigo de alguien. ¡Y ahora ese alguien no me deja en paz nunca!
- ¡Qué buena broma, chico! Bueno, habla con él, razona. Razonando se resuelve todo en la vida.
- Es ese el problema profesor. Él no razona. Está loco.
- Ah bueno, ése es otro caso. Es más, hasta más fácil. Fíjate, convencer a una persona cuerda cuando tiene un ideal o pensamiento, es bien difícil. En cambio, modificar la mentalidad de un loco es fácil. La clave está en ignorarlo. Si está loco como dices, pensará que ya no lo ves y no lo escuchas, y ¡voilá!, va a pensar que no existe.

Tomás lo pensó por muchos días. La idea de ignorarlo parecía una buena solución, hasta que notó las cosas que eso implicaría. Entonces comenzó el pánico. Debió contarle toda la historia al profesor, para buscar otra solución. Decidió acercarse una vez más y preguntar:

- Disculpe profesor, ¿y si el loco es uno?

Triiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiin, sonó la alarma.

- Abre los ojos Tomás, ya es hora de que tomes tu Clorpromazina, dijo Mamá.

7 comentarios:

Gabriela Valdivieso dijo...

Geraldine, gusto leerte.
Disfruté mucho lo coloquial del relato. También sentí que, por el habla, los personajes estaban diferenciados. Sentí al tío un verdadero tío, y al profesor, tal, un típico "profe".

No me mató el final, pero disfruté la creatividad de las "soluciones" y sobre todo lo rápido y fácil de leer; el texto como que se disuelve el texto, muy agradable consumirlo!

ANIMECON NL dijo...

Me gustó, simple, estructurado y natural, con una idea a expresar.. coincido sobre el final poco sorpresivo, sin embargo gusta

Karim Taisham dijo...

Sabes cual es el problema con este relato, Geral?
que comienza bien y terminal mal.
un bajo impresionante, te juro que habías agarrado buen vuelo, pero fue como si de pronto, lo cerraras con ese final tan "puaj".
Ahora, fuera del final,el texto no es para nada malo. Pero si hubieras jugado mejor, te hubiera salido un texto ciertamente prodigioso.
ME gusto muchísimo el juego de buscar respuestas al problema del loco: el dialogo con el profesor, las sugerencias del clan familiar. Buenas jugadas.
Me hubiera gustado que hablaras mas del loco o desde el loco. No sé, para darle un giro mas interesante a la historia...

bueno, otra vez será.

Geraldine Ch. dijo...

Muchísimas gracias por sus comentarios.
Para mí fue todo un experimento divertido escribir este texto, pues no estoy acostumbrada a escribir historias de este estilo, así que me arriesgué con este. Aprecio muchísimo su feedback, no puedo esperar a escribir nuevas historias con sus recomendaciones. :)

Los invito a leerme en mi blog: www.gpchv.blogspot.com

Guillermo Geraldo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Guillermo Geraldo dijo...



Sí, sin duda un final cortante. Sin embargo, encajaba perfecto si quizá no lo hubieras soltado de una sola vez, hubieras sembrado la intriga en un modo más extenso, al análisis del lector de lo que al final quisiste papal ese "¿Y si el loco soy yo?". Entiendo lo que quisiste expresar ese "¿Cómo saber si no soy el loco yo y no el otro? Porque dentro de todo resulta imposible saber si lo estoy. Ese "Loco no acepta que es loco" Y así, fue mi manera de interpretarlo. ¡Te felicito en nombre de todos!

Victor C. Drax dijo...

A mí el final me gustó.

Esto es lo que pasa: todos tenemos gustos distintos y, al menos para mí, funciona. De repente se habría beneficiado con un poquito más de preparación, como dice Guillermo, no tan cortante, pero de que cuadra, cuadra.