miércoles, 4 de agosto de 2010

Ojalá pudiéramos recordar esto siempre

-¿Es posible... lastimar a alguien?
-Fuera de lo físico, no lo creo. El único ser capaz de lastimarte mentalmente eres tú mismo.

Si pudiéramos regresar el tiempo, ¿haríamos lo mismo? Nacer, llorar, vivir, aprender, enseñar, escuchar, hablar, conocer, cometer errores, despertar en gloria, ganar y perder. No sé cuánto tiempo se ha desperdiciado en el mundo por simplemente usarlo en arrepentirse, para lamentarse de fallas en el pasado de hace años, días, horas, minutos o incluso segundos. El tiempo no podrá volver, porque no es algo que podamos controlar a nuestro antojo.

Por más que se repita siempre se olvida, es por eso necesario recordarlo. Alguien muy sabio dijo un día que la vida es un instante entre dos eternidades, y eso nos trae de vuelta al suelo que solemos perder. La vida es insignificante, teniendo mucho que la precede y mucho que se prepara para cuando ya no esté. Lo único que puede cambiar es lo que hacemos con la pequeñez que representa, lo que buscamos para hacerla crecer.

Cuando algo se acaba, ¿somos conscientes del final? Cómo termina todo, qué experiencias podemos tomar, qué fue en verdad correcto. Finalizar una etapa que ya está cerrada puede sugerirnos un dilema de vida, pero lo que pocas veces notamos es que resistirse a olvidarnos de ellas es como pretender vivir más allá de la muerte, querer que tu cuerpo se levante cuando ya no hay alma ni latidos.

Cada cierto tiempo alguien se da cuenta de cómo es vivir e intenta explicarlo, mas no todas las vidas son iguales, nadie es una copia fiel de otra persona. Quizá te es posible pensar que no vale la pena luchar por algo que perderás, pero no sepas que disfrutarlo mientras puedas es más importante. Un plazo de tiempo, sea cual sea, nos trae algo más que descubrir antes de ponerlo a prueba. El conocimiento puede estar escondido en cualquier lugar, ¿no es así?

El camino nunca está hecho para nosotros, debemos hacerlo; al pisar lo borraremos aunque no queramos para dejar espacio de que alguien más construya el suyo. Quizá leguemos mapas, materiales e indicaciones, pero la obra es trabajo de cada persona. Lo bueno de estar rodeado de caminos es que alguien puede tenderte una mano, recordando que tu mano también debe estar ahí para otro constructor. Tú decides si tu camino lleva a algún lugar, o solamente es un espacio en el vacío. No siempre querrán de ti la primera opción, no importa, quiérela tú.

-Entonces... ¿no?
-No, por supuesto que no.

No hay comentarios.: