lunes, 24 de enero de 2011

Yo terminé, no me terminaron

Gabriela Camacho
Cuarto match del segundo contraletras
Gabriela C. vs José Leonardo: Yo terminé, a mí me terminaron así

Y tú creías que yo iba a deprimirme. Que lloraría tu ausencia por mucho tiempo, más tiempo del que duré contigo. Eso me demuestra que todo en tu mente es una infantil ilusión, una distorsión de la realidad. ¿Te da curiosidad saber lo que hice cuando te marchaste? Te contaré con detalle; puedes preparar un té o un café, grande, y sentarte en un cómodo sofá.

Primero que nada, cerré la puerta, sin molestarme en mirar por la ventana cuando te marchabas. Decidiste terminar todo, o quizá fui yo, no lo recuerdo. Tengo mala memoria para las cosas patéticas. Sentí lentamente cómo la felicidad perdida iba llenando el lugar, se trepaba por las paredes y hacía dibujos de formas extrañas en mi mente. No creí que darle fin a esta tortura me haría sentir tan bien.

Tomé tu ropa con decisión y algo de satisfacción, la apilé en el jardín y la rocié con todos tus papeles inútiles. Sabía que sería una linda fogata. Volví al interior de la casa y preparé un vaso enorme de una bebida fría, que me refrescaría mientras veía una parte de tus cosas arder, lentamente, bajo el cielo azul de verano. Mi perro parecía estar contento también, creo que te odiaba. No sería justo culparlo por ello.

La ropa tardó un par de horas en consumirse por completo, poquísima diversión para mí. Sin embargo, me daba una especie de alegría enfermiza pensar que tu camisa favorita estaba allí, desapareciendo en cenizas. Ah, ¿recuerdas esa réplica del palacio de Versalles que tanto amabas? No creas que te la devolveré, es mía, siempre me gustó. La coloqué en mi lado de la habitación, riendo al pensar que ahora ambos lados serían míos. Cada vez la situación se ponía mejor.

Con la mitad del armario vacío podía pensar en comprar más cosas. Ir a un centro comercial me despejaría (como si en verdad lo necesitara), me daría ideas. Pero no, no era el momento. Al fin podía oír mi música favorita y bailarla donde quisiera, comer lo que me gustaba y hacer lo que quería. Me sentía libre, ¿sabes? Aún ahora. Espero que estés bien, igual o mejor que yo, aunque pienso que lo segundo es imposible.


Cuando hube terminado de limpiar de ti mi hogar, me senté a disfrutar de mi nueva soledad de tiempo indefinido. La noche empezaba a caer sobre los tejados de las casas vecinas y las estrellas hacían su aparición sobre la manta oscura del firmamento. Lo que estoy pensando es gracioso, mucho, te lo diré: lo mejor de esta historia es que yo terminé, no me terminaron. Así de simple.

4 comentarios:

Jessisrules dijo...

Gaby! me impresionas, no esperaba esto de ti!! Me gustó

Gabriela Valdivieso dijo...

Bis de Jess: Boquiabierta me dejaste. La crema. La nata. Bravo por Letras a litros que registra este chispazo. Demasiada emoción.

Anónimo dijo...

¡Gracias a las dos!

Victor C. Drax dijo...

Esta historia es uno de los terrores masculinos. Créeme.