martes, 27 de septiembre de 2011

Despierto

Por Gabriela Camacho

Despierto de un largo y profundo sueño, uno que no puedo recordar. Cuando abro los ojos noto una luz extraña, mortecina, desconocida. Estoy en otro lugar.

Recorro la habitación con una mirada frenética, porque lo desconocido siempre inquieta. Paneles de madera cubren las paredes y un suelo de mármol, blanco como la espuma del mar, se extiende a todo espacio que puedo ver. La cama que acabo de dejar tiene sábanas tan blancas como el suelo, pero su estructura tiene un color oscuro y sólido.

Me gustaría saber qué hago aquí, pero la vista me impide razonar por mucho tiempo. Mi nueva habitación se encuentra en el medio de la nada, entre montañas de picos nevados y niebla. Si alguien me hubiese preguntado alguna vez acerca de mi lugar soñado, habría descrito este. Un sueño. Un delirio. Un cuento de hadas para ancianas que alguna vez fueron niñas.

Sigo mirando, maravillada.

Me encanta todo lo que veo, aunque el miedo toma el control por momentos. De nuevo comienzan las preguntas, una tras otra, hasta que descubro un espejo en una esquina del amplio salón. La curiosidad es demasiada y me acerco a él con pasos lentos, consciente de cada uno, hasta que lo tengo frente a mí.

En parte, quien se refleja soy yo. Lo extraño es el tono de mi piel, la suspicacia de unos ojos que ahora ven a kilómetros, un cabello que cae en suave cascada y una sonrisa enigmática. No es la ropa que suelo usar la que tengo ahora, pero me agrada. Siento pánico de cerrar los ojos, de que lo que observo desaparezca. ¿Cambié? ¿Crecí? Hablo conmigo misma porque quiero escuchar mi nueva voz. No me sorprende que tampoco sea la que recuerdo y con la que aún pienso, es mucho más melodiosa.

Y aún no entiendo nada.

La última pregunta llegó como una ráfaga de viento helado: ¿Cómo puede un humano cambiar tan de prisa? Lo pienso muchas veces, tantas que no puedo contarlas, y llego a una conclusión: la verdad es que no puede.

2 comentarios:

Victor C. Drax dijo...

Uhm... no estoy seguro de entender del todo.

Me dio aire de hospital psiquiátrico, de enfermedad, de haber despertado siendo otra persona, a la Samsa.

¿Una interpretación abierta?

Gabriela Valdivieso dijo...

Me gusta. Buen cierre.
Me quedé con la idea de que quiero hablar conmigo para escuchar mi nueva voz.
En verdad hay días en que uno quiere como evaporarse, ser algo más. Me identifico.