miércoles, 2 de diciembre de 2009

Bitácora de un viaje sin retorno

Por Jessica Márquez Gaspar

A mi compañera de viajes, de risas, de vida

Mi gran heroína

Entre mis recuerdos más íntimos, más antiguos, más atesorados, respiran muy suavemente aquellos de mis primeras historias.

A los libros arribé antes de tener memoria. Mi mamá me leía todas las noches cuando me iba a de dormir. Mi mente corría, libre, por aquellas palabras que brotaban en el tierno tono de la voz de mi heroína, y se disipaban por la habitación. Parecían quedarse flotando, como burbujas, y me hacían feliz.

Fueron los libros de Ekaré, que amo profundamente, las primeras lecturas. Mi mamá cuenta que tuve por preferido El Rojo es el Mejor, y le creo. Cómo olvidar las horas que quise ser la Margarita Rubén Darío, para “ir bajo el cielo y sobre el mar tras la estrella que me hacía suspirar”. Recuerdo, siempre, que apenas oscurecía el cielo corría a la ventana de mi habitación a ver si sería una Noche Estrellada.

Mi primera infancia fue un recorrido por mundos desplegables, que yacían, inquietos, entre las páginas de mis libros, cobraban vida con la lectura hasta escaparse, y florecían en mi imaginación y mi memoria, porque aún hoy, que alcanzo las dos décadas, recuerdo mis frases favoritas de estos cuentos.

Fue una época dorada.

En algún momento, como a los ocho años, descubrí a Enid Blyton. Un viejo ejemplar de El Club de Los Siete Secretos, que leyó mi mamá en los inicios de su adolescencia, yacía olvidado en un estante de la biblioteca. La emoción de los misterios literarios, las aventuras fantásticas y las historias sobre jóvenes de esta escritora inglesa me acompañarían durante varios años. Aún hoy atesoro una colección de sus libros que incluye casi todos los que se han publicado y que han sido traducidos al castellano.

Mas el momento decisivo llegaría a mis trece años. En el umbral perfecto entre la infancia y la adolescencia, hubo un hecho definitorio que marcó el final de la primera: Continuidad de los Parques. Incluso hoy me siento, cada vez que tomó un libro y me zambullo en su lectura, como en aquel sillón de terciopelo verde, esperando que, antes o temprano, vengan mis personajes favoritos a hacerme compañía.

Desde entonces comencé, febrilmente, a devorar Las Armas Secretas, Queremos tanto a Glenda, y Bestiario. Mi vida entera está sustentada en Las Babas del Diablo y en Instrucciones para John Howell. Si a ello sumo Continuidad de los Parques, habré construido una teoría estética: Literatura, Fotografía y Cine, y Teatro, el Arte, serán entonces parte de nuestra realidad, serán nuestra realidad, la distancia entre la obra y el Otro, se diluye como me diluyo cada vez que encuentro frente a mí las páginas de un libro.

A Cortazar lo siguió Quiroga. Fueron horas oscuras de El Hijo, y de La Gallina Degollada. Después, una segunda revelación llegó a mis manos: Rajatabla. La desarticulación de mi mundo, del lenguaje, de todo lo que había conocido hasta entonces, transcurrió con Rubén, que nada podía hacer, -y menos morir- y El libro, en el universo fantástico que compone la cuentística de Luis Britto García.

Este fue un punto sin retorno. Si alguna vez pude considerarme libre de la palabra escrita, a partir de entonces me llamé, con orgullo, su esclava. Me deslicé poco a poco a través de la literatura universal, viví la Odisea de Ulises, los viajes del Mio Cid y la genialidad de mi héroe, El Quijote. Recorrí la Independencia venezolana con Arturo Uslar Pietri, armada tan sólo con Las Lanzas Coloradas. Surqué la poesía de Bequer, y la dramaturgia de Lope de Vega, y grité con valor, cuando se nos preguntó "¿Quién mató al Comendador?", "¡Fuenteovejuna, todos a una!"

Aquellas lecturas me acompañaron en mi camino por la adolescencia, a través de los sueños del futuro, de las posibilidades. Hubo momentos, debo decirlo, en que creí ser Calderón de la Barca y afirmar, sin dudas, “Que la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Pero en ese instante, justo cuando perdí la fe, me alcanzó la tercera revelación: Cien Años de Soledad. Este libro, santo de mi devoción, objeto de mi obsesión, constituye una visión maravillosa de Latinoamérica, que construye en la finitud de sus páginas, la identidad de nuestras naciones y el destino al que se dirige, inexorablemente, ante nuestra recurrente incapacidad de leer las escrituras de Melquiades y descifrar, en ellas, las claves de nuestra salvación.

Desde entonces guio mi vida espiritual a través de la Biblia, mi vida artística a través de Cortazar, y mi vida histórica a través de Cien Años de Soledad. La Santísima Trinidad.

He visitado también a Bryce Echenique, me hice cómplice de Teresa de la Parra, sentí a Ifigenia una amiga íntima e hice mías las Memorias de Mamá Blanca. En algún punto se unió a mi camino Cristina Peri Rossi, y con ella construí El Museo de los Esfuerzos Inútiles, que atesoro profundamente. Pero aunque algunas veces fui la princesa de Darío, cuando está triste y “los suspiros se escapan de su boca de fresa”, siempre guardaré un cariño entrañable a Pablo Neruda, quien me enseñó a encontrar en el silencio la belleza, tanto que llegué a decir: "me gusta cuando callas porque estás como ausente”, y con el poeta descubrí la presencia de lo estético en la vida misma, en la cebolla, en el mar, en el aire, en el hombre sencillo.

En la universidad me interné por las veredas de la literatura venezolana. Nos miré por vez primera con las Crónicas de Indias, y nos saludé con elocuencia "Salve, Fecunda Zona" con

7 comentarios:

Karim Taisham dijo...

por fin!!! alguien del grupo q no menciona "alicia en el pais de la maravilla" como referente, porque ya estaba medio podrida de la cita!. jajajaja
coleccionas buenas referencias de autores mi Jess, eso explica lo prodigioso de tu ingenio ;)
ok ok ok ok llamame toche, pero ¿de que es la pauta? =P

Jessisrules dijo...

jajajajaja tranquila! la idea es que todos construyan su propia bitácora, reconstruyan su viaje a través de la literatura

Jessisrules dijo...

y gracias por el piropoXD

REVISTA OJO dijo...

Uuuuuuuff, amé tu texto demasiado. Me siento identificadísima. Me encantó el final y la imagen de esperar en el sillón que los personajes vengan por ti.

Es Manu, la novia de Moi; soy de Revista Ojo... Estoy metida en la cuenta de blogger de la revista ahorita xD

Jessisrules dijo...

jajajaja gracias Manú! no nos conocemos pero genial que comentes:P eres bienvenida por estos litros cuando quierasXD. Fue un cuento muy orgánico y personal la verdad. Tal vez sean referencias un poco comunes, pero fue mi viaje y lo disfruto mucho jeje. Un saludoo!!

Victor C. Drax dijo...

¿Te leían cuando niña? No sé si envidiarte eso...
Creo que yo tengo que enseñarte un poco sobre literatura anglo-sajona y, a cambio, tú tienes que enseñarme sobre la latinoamericana.

Jessisrules dijo...

Si mi mamá siempre me leía. Mi primer cuento lo escribí mentalmente, y se lo conté a mis muebles como si mi mamá me estuviera leyendo uno a mí.