sábado, 12 de junio de 2010

La doble lectura de un atraco.


al panita Moises Larez y a su Palm...donde quiera que esté.


– Damelo todo ahí, bichita.
–¡ah vaina! de esta sí que no me salvo.

La primera vez que me atracaron, mas que susto, senti tristeza. alla se iria mi sueldito misero de peluquera canina, en los bolsillos de un tipo con zapatos mas caros que los mios, mientras yo recorria la ciudad con el pantalon lleno de pelo.

Cuando se lo contara a Rafael, se sentiria reivindicado:

–Ya era hora, mujer! Demasiada suerte para ti sola y agradece que no te hizo nada, porque al primo de David le metieron un cachazo en la cabeza para quitarle el carro.
–¡uy! ¿y esta bien?
–sí vale, ahora vive en España.


¡que final feliz! un autoexilio.

La primera vez que te atracan, lo primero que haces es mantener la calma y lo segundo, una vez que el atraco finaliza, es entregarte al desespero y contarle a tus amigos, como saliste viva de esa:

– ...y me apunto con senda navaja.
– ¿y tu que hiciste?
–¿yo? Nada, le di la billetera, con todo y la plata con la que iba a pagarte.

He ahí la doble lectura del atraco. Es cierto, en este pais (tu pais, mi pais) todo se presta a una doble lectura. Mas de una vez en las reuniones sociales, alguien empezaba con el tema:

–¡chamo, me robaron la laptop!
–¡No te lo puedo creer! la semana pasada a mi me arrancaron los zarcillos.
–¡uffffff! la otra vez, se metieron en casa de mi vecina y se llevaron hasta el perro.

y cuando era mi turno, tenia que confesar, con toda mi verguenza, que nunca me habian atracado. Entonces me miraban con envidia y amargura, condenandome al ostracismo.
Nunca tuve suerte para sacar entrada en la feria de las fatalidades.

Pero ese dia seria diferente. De ahí no me salvaba nadie. El choro me quitaria toda prenda y me dejaria limpia de culpa, dinero, enseres y orgullo en plena Francisco Solano.

haz como que me conoces y dame el celular, la billetera y los zarcillos.

Mantuve la calma y recordé que el dinero del sueldito lo tenia en el bolsillo del pantalon, que en la billetera solo contenia el pasaje de bus. Hice tiempo para darle el celular y los zarcillos. Me daba miedo entregarle "solo" el dinero del pasaje. El choro miraba para todos los lados, y me pregunto, entre dubitativo y nervioso:
–¿y tu eres la hermana de Yubiri?
–¿que yubiri? yo no tengo hermanos.
–si vale, una que estudia en el Liceo San Agustin.
–No, viejo- me sorprendio la inaudita camaderia en la que transcurria el atraco- Yo no tengo hermanas, soy hija unica.

Rió. El choro se carcajeaba como si hubiera descubierto una equivocacion.Me devolvio el celular, los zarcillos y rechazo la cartera.
–no vale, te confundi con la hermana de una chama que jodio a mi hermanita.
– viejo, esas cosas no se hacen - le dije, como si fuera mi hermano arrojandome una bomba de agua en carnaval.
–Perdoname- me dijo, dandome una palmada en la espalda- y ojo, porque aqui atracan.

"...y ojo, porque aqui atracan" dijo, como previniendome de sus colegas, antes de perderse en la avenida que baja hacia Chacaito.

Con el corazon encogido entre las costillas, segui caminando y me imagine que ya no llamaria a Rafael para que se sienta reivindicado y que todavia tenia un rato mas para ser la oveja negra entre mis amigos.

En plena Fco. Solano, me dieron y arrebataron la entrada a la feria de las fatalidades, donde todos veian la funcion que habia empezado hace horas.



2 comentarios:

Moises Larez dijo...

Ay, Noe, qué crónica tan buena y fresca. Me reí demasiado. A mí me pasó algo parecido. Hoy te cuento. Un abrazo, muero de sueño. Hasta ahora.

Gabriela Valdivieso dijo...

Ja ja ja ja, qué fuerte!! qué extraño, qué loco!!! Increíble, qué extraño es todo allá! Similar a este está el caso de los jóvenes robados en camioneticas que suben a la USM. Los robaban y les decían que podían buscar sus papeles tal día a tal hora. Y a veces a profesores los respetaban y no los robaban. Hay cierta relación tan extraña, como inverosímil!¨
Publico en honor a este, un relato mío que va por esta línea también!