Cielo estrellado
Jessica Márquez Gaspar
Miró por la ventana, hacia el cielo, a la espera de algo que sabía que no sucedería. El arbolito de navidad parpadeaba sus luces una y otra vez. La inocencia que alguna vez reposaba bajo él se había perdido. Había sido suplantada por una sensación de seguridad y, tal vez, algo de madurez. Los años corrieron en los calendarios, y la infancia se hacía lejana. Pero aún quedaba la magia que flotaba por la casa, aquella que reflejaba el verdadero espíritu navideño. Poco a poco la familia comenzó a llegar. Padres, hermanos y hermanas, tíos y tías, abuelos, primos y primas, vecinos, amigos queridos, novios y novias. El cariño de todo el año permanecía ahora bajo el árbol, como el regalo más preciado de todos. Lo abrí con delicadeza, evitando romper el lazo o la envoltura. Lo sostuve en mis manos durante unos instantes y luego lo puse en uno de mis bolsillos. Desde entonces, aunque acabaron las fiestas, lo llevo conmigo. Y aunque aún miro al cielo estrellado esperando ver a Santa Claus en su trineo, como la niña que fui alguna vez, sé que el presente más hermoso no se fabricaba en el polo norte, sino en el azar de la vida que cada año nos regala con quiénes compartirla.
3 comentarios:
Este es propiamente un poema en prosa, qué hermoso amiga, me llegó mucho. Es raro como cuando cambian las significaciones, es que cambiamos nosotros.
Lo disfrute bastante Jess! :)
Gracias Gaby, si realmente es eso! Gracias Sammy, me alegro!
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