martes, 1 de marzo de 2011

Cadáver exquisito. Parte II


- ¡Chamo, esta no es la boda!
- ¿Cómo no va a ser la boda, pendejo? –susurró con fuerza Renny- ¿Cuánta gente puede andar casándose un martes 13?
- ¡Coño, men, hazme caso! ¡Esta no es la misma gente!
- ¡Deja el cague, el mío! Esto va a ser un paseo…

En efecto, posiblemente como parte del paseo al que se refería, Renny se desplazó a través del pasillo lateral del hotel y, con Javier elegantemente vestido siguiéndole, se dirigió a las escaleras del sótano. Arriba, en el salón de fiestas, los susurros imperaban como banda marcial. La novia había salido corriendo hace pocos segundos justo cuando el carajo ese intentó pasarle la pluma para firmar su matrimonio civil. ¡Coño de tu madre!, gritó el “suegro” tras la estela del vestido blanco.

- Qué arrecho, chamo –decía Renny mientras bajaba las escaleras-. La jeva no comió cuento, esa sí no juega…
- ¡Esa no es la tipa, coño!
- El peo ahora es qué hacemos… ¿La matamos a ella también?
- ¡Qué güevo contigo!
- Bueno, Papaupa, ilumínanos pa’ conseguir al viejo en ese verguero que debe estar armado allá arriba…

Renny dijo: Que se haga la oscuridad. Sacó su alicate. Y la oscuridad se hizo.


Y mientras Javier subía apresurado las escaleras tras de Renny, Ámbar, su novia, se trasladaba al baño con su traje alquilado lleno de torta y en la mano la botella de Baileys. Y estaba así, con ese desenfreno, pues usualmente no era invitada a eventos de estas magnitudes. ¿Baileys? ¡Para nada! Su ingesta de alcohol era exclusivamente de Polarcitas negras y, en ocasiones especiales, ginebra con jugo de naranja (de la barata). Por eso cuando su concubino Javier le habló de esta invitación, no lo pensó dos veces y decidió faltar a su empleo en la panadería.

- Ay, pero que de lo último hacer una boda un martes 13 –exclamó la mujer al ser invitada.
- Ahórrate esos comentarios, coño –espetó Javier-. Hazme el favor de comportarte.


Tenía que hacerle caso a su marido. Por eso Ámbar se fue tambaleándose al baño entre las luces de los faros de emergencia, quería mantener su imagen, su elegancia. Javier, sin percatarse, la estaba perdiendo. En la oscuridad no se distinguen asesinos, no se distinguen cómplices. No tiene color la sangre.


Pero allí estaba, entre la oscuridad, el cadáver del padre de la novia fugitiva.

4 comentarios:

Gabriela Valdivieso dijo...

Caramba, se puso ya mortal la boda!!

De modo que hay unos malandros por ahí, y por qué? Y qué tenían contra el padre de la novia!

;)

¡¡bien!!

José Leonardo Riera Bravo dijo...

El padre de la novia es millonario. El padre del novio está en bancarrota. Por eso planeó matar al padre millonario de la novia el día de la boda(de manera tal que el matrimonio se vuelva millonario justo el día de la boda. Y más que el matrimonio, su hijo. Quien nunca dejaría hundir el negocio familiar).

Era tanta la necesidad del dinero, que el matrimonio se hizo urgente, por civil y se celebró un martes 13 (si no obtenía dinero pronto, el cadáver sería él).

Lo que sucede es que los malandros (y la novia del malandro) se equivocaron de boda (posiblemente, de salón de fiesta). Y todos los demás detalles, omitidos o por ocurrir, le tocará al siguiente autor contarnos! xD

(Ni hablar del peo en que se metieron los malandros al no matar a quien habían mandado a matar, y matar a otro por la confusión. Lo peor es que el padre en bancarrota ya les había pagado! o.O)

Samar Yasmin dijo...

jajajaja me reí demasiado al principio! Me gustó!

Victor C. Drax dijo...

Te fijas? Así. Inicia el cuento y atrapas al lector. Así es que se hace.