Por Gabriela Valdivieso
¿Quién me manda a ver "La verdadera historia de Catherine Zeta Jones" seguida del "conteo de los cuerpos más sexys de Hollywood? Pasar dos horas de programación que motivan a pasar otras dos frente al espejo lamentándome por mi barriga, ¡gracias E! Por estúpida y fofa me perdí la ceremonia, ¡ni modo! Tampoco es que la dama de honor sea tan importante en una boda. Me termino de odiar en el ascensor del hotel y bajo con mi apretado traje alquilado al piso 1, Sala A, ¿o era B? Acá hay música, ¡bingo, una boda!, ¡pero qué boda! Veo millones de bolívares en decoración. Demasiado fancy. No me pueden comprar mi vestidito, pero sí pueden invertir en centros de mesa de orquideas y en luces de neón y pantallas de mil pulgadas. SP, se pasaron.
Cinco tragos y seis mini mousse de Baileys después, estoy francamente cansada de que la gente se sorprenda de que el novio es adoptado y de que la novia está embarazada. ¡Como si no lo supiéramos todos! Golosa, me agarro un pedazo enorme de torta, y por supuesto que me lo echo encima del vestido, ¡bien, gracias! Tengo que devolver esta cuestión el lunes.
Por huir del típico borrachín, voy al baño y mis ojos dan con una deliciosa aparición. Francisco, el sujeto de mi amor eterno e inmutable desde segundo grado, me miraba a mí entre todas las chicas. "Tú eres Ámbar, ¿no?". Tan bello, como si no supiera. "¿Dónde carrizo estabas? La novia te está buscando", bramó. "Por fin, nadie me ha llamado, pensé que era invisible, vamos, está liderando el trencito.", y le agarro la cintura. "Estás demente, está en su cuarto desesperada, vamos.", "Pero si allí está, hey, mírala..." "¿Estás en drogas?, esa no es la novia, esta es otra boda".
1 comentario:
Me parece que esta muy bueno gabita!!
Quedo entretenido
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