domingo, 16 de septiembre de 2012

Largo amor. Corto Olvido.

Continuación de "Corto Amor. Largo Olvido"
 Por Andrea Gómez


Sofía salió del lugar sin mirar atrás y aunque sintió una felicidad momentánea cada paso que la alejaba de esa cafetería eran como puñaladas y aunque dolían no podía dejar de caminar hacia adelante.

La lluvia fuerte seguía bombardeando la ciudad.

-Tengo que parar- se ordenó  Sofía a sí misma. –Tengo que volver- 

Por primera vez desde que abandonó ese sitio, observó a su alrededor y no reconoció nada.

De su cartera sacó un cigarrillo y trató de prenderlo pero las gotas apagaban la llama una y otra vez. Lo tiró al piso y se quedó parada ahí por lo que pareció ser una hora.

Las personas que caminaban al lado de ella la veían extraño. Una mujer destruida por la vida, de pie en el medio de una tormenta.

Sofía ni siquiera pestañeaba.

Mientras el tiempo corría ella estaba petrificada en la acera, su mente no podía dejar de pensar y analizar lo que había sucedido.


“ÉL regresó por mi después de todos estos años. Él me ama, yo lo amo, él se fue y yo me quede, pero volvió. Yo sufrí, él sufrió, yo llore, él lloró, yo lo olvidé, él me olvidó, yo me despedí, el se despidió, yo volví, el volvió, él se fue y me olvidó.   Pero.. Eduardo volvió y.. y yo no”


Todos estos pensamientos viajaban por la cabeza de Sofía al mismo tiempo. Ella no era capaz de sentir el frío de esa noche ni de notar que hace rato había dejado de llover.

-Tengo que volver- dijo susurrándose.

Se dio la vuelta y caminó aunque no sabía donde estaba, ella trataba de llegar a la cafetería. Ahora que recordaba mejor la escena, Eduardo tenía una Margarita en su mano, esos detalles lo hacían especial.

Sin saber el camino, llegó, pero ya era tarde. La mesonera estaba cerrando el lugar con llave cuando la vio.

-Lo siento mi reina, tendrás que volver mañana- le dijo la señora.

Sofía asintió y empezó a caminar pero una vitrina le sirvió de espejo para detenerse y mirarse en el  reflejo. Estaba flaca, demasiado flaca. Despeinada, mojada, demacrada, fea. Trató de acomodarse el flequillo pero era inútil, ese día no tenia sentido.

Tomó un taxi y llegó hasta su casa, se bajó con ganas de dormir y no despertar al día siguiente.  

Mientras caminaba hasta la puerta buscaba las llaves en su cartera, al sacarlas notó en la puerta un enorme girasol.

El corazón de Sofía se paró por un momento, ella sabia quién estaba del otro lado.

2 comentarios:

Gabriela Valdivieso dijo...

Oh, no me imaginaba un fin romántico. Sigo pensando que aquí no termina, de hecho, para la niña con flequillo de la historia, no sé para otra similar!

Victor C. Drax dijo...

Hay facilidad con los diálogos, suenan naturales. Tampoco esperaba un final romántico, lo veía venir más melancólico. Bien que no hizo lo que yo, como lector, esperaba.

Noté un poquito de repetición en cuanto a trama, pero lo supiste resolver.