miércoles, 8 de febrero de 2012

Un flash de honestidad

Estaba leyendo la respuesta de Achy Valenzuela en Facebook cuando sonó su anexo.

-¿Aló, buenas tardes?
-Juan Pablo, ¿tiene oportunidad de venir? Me interesa conversar con usted.
-Sí, don Horacio, por supuesto.
-Lo espero entonces.
-De inmediato.

Cerró todas las aplicaciones, se ordenó el pelo y tragó agua. Entregó el peso de su cuerpo a sus pies y abrió camino por el pasillo hasta la puerta del fondo. Cerrada, tocó. "Pase".

-Don Horacio.
-Juan Pablo, quería conversar con usted.
-Sí, dígame.
-Hemos notado deficiencias en su desempeño, su gestión en el cierre de mes fue lenta y descuidada. Requerimos que esta labor se realice con eficacia, de modo que hemos decidido prescindir de sus servicios profesionales.
-¿Cómo?
-Puede pasar a conversar con Susana el tema de su finiquito y tiene hasta el viernes para retirar sus pertenencias y despejar su área de trabajo.
-Pero, Don Horacio, no tenía idea de que estaban inconformes con mi trabajo.
-No estaba hasta que estuve. El último cierre de mes atendió sus labores de manera...
-¡Hoy es once!
-Deficiente.
-¡Su insatisfacción tiene once días!
-¿Y qué quiere...
-¡Ni un ultimatum!
-Que lo espere un mes, un año quizás…
-¡Ni una advertencia, una crítica!
-Que lo celebre cuando sea capaz de manejar su trabajo y que lo rete cuando sea improductivo.
-Ni un comentario, una palabra.
-Como si fuera mi hijo, mi guatón.
-Un gesto, una oportunidad.
-Pero, Don Horacio, yo tengo una familia que alimentar, no puedo simplemente llegar sin ni uno...
-Se equivoca. Mes a mes usted debe convencerme de que su familia merece ser alimentada. Este mes no me convenció.

Quería golpearlo y desencajar su boca, pero tuvo tan mala suerte que con el agite dio un infortunado traspié. Su cuerpo desequilibrado se arrastró hacia la derecha. Se empujó hacia el ventanal, atravesándolo ruidosamente. Cayó encima del pasto y su ego roto.

-¡Usted no tiene alma!
-Y usted no tiene plata.
-¿Cómo puede no importarle?
-No me interesa cómo limpiará la sangre de su ropa. Tampoco cómo hará para restaurar mi vidrio. En este mundo cada quien vela por sus temas. Buena suerte.

Don Horacio despareció de su vista y llamó a su proveedor para decirle que la muestra tenía que llegar a las tres. Por su parte, Juan Pablo no alcanzó a arremangarse antes de decidir que iba a devolver sus últimas compras y repensar por quién vota y en quién cree. No podría nunca más dar su voluntad, dinero o esfuerzo a los poderosos.

3 comentarios:

Karim Taisham dijo...

No me parece para nada malo.

De hecho, el cuento cumple con su cometido: revelar la personalidad de los personajes.
¿simple? quizá.
¿malo? de ninguna manera.

Sin embargo, ese última linea de "No podría nunca mas..." creo que es una conclusión que debiste reservar para el lector.
Pero por lo demás, me gustó mucho =)

Victor C. Drax dijo...

Coincido. No me pareció particularmente malo. Todo lo que necesitamos saber como lectores lo vamos conociendo, precisamente, por el diálogo. Y es un diálogo bastante dinámico, está bien.

G. dijo...

"Mes a mes usted debe convencerme de que su familia merece ser alimentada. Este mes no me convenció." Esa frase me marcó. Básicamente es lo que se hace en el trabajo, aunque suene cruel. Me gustó este reflejo de la realidad, Gaby.