-Te tengo un desafío, ya sabes, de los nuestros –dijo Moisés, con esa cara de que sabe lo que ocasiona.
-Y todos lo haremos, sin duda; sólo faltas tú –dijo Gabriela, con la misma expresión.
Víctor y Samar sólo me miraron, sin expresión alguna, excepto por un extraño brillo en los ojos. A continuación, Jessica me tomó del brazo y me condujo a una silla: aquello parecía más complot que conversación, no tenía salida.
Guillermo estaba del otro lado de la sala, era el único que parecía impasible, y Noelia veía ausentemente por la ventana, como si esperara algo. De improviso se retiró de donde estaba, y me miró, caminó hacia el lugar en que me hallaba y sonrió.
-Ya es hora –dijo Noelia.
-Lo fue siempre –dijo Moisés.
-Ya dejen de hablar, la noche es larga, mas no eterna –finalizó Víctor con tono de tedio.
El miedo que yo sentía no era normal, veía todo como si no existiera. ¿Qué pasaba? ¿A dónde me llevarían? Eso no importaba ya, porque cuando me di cuenta iba dentro de un carro, con cómodos asientos de cuero, de color suave. Creo que era el de Noelia. Los árboles proyectaban sombras oscuras y deformes en la vía, y la poca luz de sol que ya quedaba se tornaba roja como sangre, como vino, como siempre me había gustado.
Moisés le pidió al conductor que acelerara, Víctor supongo, mientras Jessica me preguntaba si estaba bien. Al parecer respondí que sí, porque sonrió y miró por la ventana. Noelia me ofreció un caramelo, que no tomé, y Guillermo se reía de las bromas de Samar y Gabriela.
Una voz femenina anunció que habíamos llegado, pero allí solo vi una montaña. Todos bajaron de lo que pude distinguir como una camioneta y comenzaron a subir por un camino que apareció de la nada.
-Momento –dije– ¿A dónde van? ¿Dónde estamos?
-Sólo una pregunta Gaby junior, y sólo una respuesta –dijo Víctor– ¿Que a dónde vamos? Es una sorpresa. A un lugar divertido, eso sí te puedo decir.
-¡Qué divertido va a ser! Te lo aseguro –dijo Gabriela–. Anda, Gaby junior, sube también.
Los miré con recelo pero ya ni modos, subí detrás de ellos. Los nervios aún injustificados me dificultaban caminar, reteniendo mis piernas como si fueran una cinta firme. Después del esfuerzo casi sobrehumano que hice, llegué a la cima, y me paralizó lo que vi: detrás de una reja, hileras e hileras de tumbas que parecían brotar del césped, negro ya a la ausencia de luz.
Ahogué un grito con la mano, sentí que me desvanecía y me aferré a la persona que se hallaba a mi lado; Samar me ayudó a mantenerme en pie, viendo hacia el tétrico horizonte. Pasaron unos segundos, o quizá minutos, quién sabe.
Sin saber cómo ni por qué, me encontraba subiendo la reja y avanzando entre las tumbas. En esos lugares da menos miedo ir con todos que quedarse, ¿no?
-Aquí es, es ésta, según dicen –dijo Moisés.
-Sí, aquí. Mira, es la marca –dijo Víctor señalando una tumba con mal aspecto–. La marca de la ira.
-¡Mira eso! Parece una cola de dragón –dijo Samar entre risas, lástima que yo no entendía el chiste.
Por un instante creí que era un sueño, pero mis sueños acababan, esto parecía no tener fin. Se sentaron en el pasto al lado del hallazgo, y me miraron.
-¿Y bien? ¿Ahora comprendes? –Dijo Noelia–. Queremos una inspiración sobrenatural para escribir, fue idea de Víctor.
-Sí, échame el muerto a mí, sé feliz –replicó él sonriendo–.
-¡Buena esa! –dijo Jessica–
-Ok, da risa, pero me da miedo estar aquí. ¿No es ilegal? –dije, intentando convencerlos de irse–.
-¡Qué va! Fuimos invitados cordialmente, de verdad –dijo Guillermo–. No te preocupes, no le estorbamos a nadie.
-¡Ah! Qué alivio –dije sarcásticamente–.
En un momento, Gabriela no estaba. Mientras la llamábamos por los alrededores, Jessica también desapareció. El siguiente fue Guillermo, y luego Samar. Cuando quedábamos sólo Noelia, Víctor, Moisés y yo, decidimos no volver a separarnos, algo estaba pasando. Miré hacia la marca que habían señalado minutos atrás, en vano. ¿Cómo había podido irse una marca hecha en piedra? No podía ser.
Noelia avisaba que alguien venía hacia nosotros, era un hombre de edad avanzada, con un uniforme de conserje. Se notaba lo gris de su cabello, tenía un pequeño farol.
-¿Qué ha pasado? Los oí gritar hace un momento –dijo.
-Nuestros amigos se perdieron, sin explicación –le contestó Moisés con sobresalto–.
-¡Oh! Ya veo, creo saber dónde están. Siempre saben llegar, mas no devolverse. ¿Vienes? –Le dijo el hombre a Moisés–.
-Sí, ya queremos irnos –dijo él–. Quédense por si vuelven los demás.
Víctor y Noelia me miraban, con una nota de responsabilidad que yo podía sentir. Sabía que no era su culpa pero no valía nada decirlo en aquel momento. En unos minutos el hombre regresó, completamente solo.
-Su amigo encontró a los demás, están esperándolos. La salida está más cerca por ese lado –Dijo el hombre–.
Víctor asintió y comenzó a caminar con Noelia detrás de él, dejándome oír sus pasos en la grama. Se paralizaron y de repente me tomaron del brazo. Ambos chicos me hicieron correr en la dirección opuesta, hacia unos árboles, donde las cosas de los demás estaban tiradas. Sentí miedo de nuevo, ¿qué pasaba? Había un olor inconfundible a fuego y a tierra mojada. Vi, como a través del agua, la reja por la que entramos.
Comencé a trepar, tal como me indicaban, no había rastro del hombre. Miré hacia abajo, ya en la cima de la reja, y no había nadie. Estaba sola, en esa oscuridad envolvente, con el miedo a punto de partirme en dos. Cayendo, cayendo y cayendo...
Todos me miraban, como si hubiese estado ausente. Esa misma salita de aspecto acogedor que ya recordaba, y todos en donde los recordaba.
-Entonces Gaby junior, ¿vienes? –Dijo Moisés-
Sentí que mi corazón se retorcía y respondí que no, que ninguno debería hacerlo, y miré por la ventana. Pensé que la paranoia no tiene límites y comencé a reír. Mi vista se fijó en un hombre que estaba en una esquina del viejo edificio vecino. Era pequeño, vestía de conserje y llevaba en la mano un farol.
-Y todos lo haremos, sin duda; sólo faltas tú –dijo Gabriela, con la misma expresión.
Víctor y Samar sólo me miraron, sin expresión alguna, excepto por un extraño brillo en los ojos. A continuación, Jessica me tomó del brazo y me condujo a una silla: aquello parecía más complot que conversación, no tenía salida.
Guillermo estaba del otro lado de la sala, era el único que parecía impasible, y Noelia veía ausentemente por la ventana, como si esperara algo. De improviso se retiró de donde estaba, y me miró, caminó hacia el lugar en que me hallaba y sonrió.
-Ya es hora –dijo Noelia.
-Lo fue siempre –dijo Moisés.
-Ya dejen de hablar, la noche es larga, mas no eterna –finalizó Víctor con tono de tedio.
El miedo que yo sentía no era normal, veía todo como si no existiera. ¿Qué pasaba? ¿A dónde me llevarían? Eso no importaba ya, porque cuando me di cuenta iba dentro de un carro, con cómodos asientos de cuero, de color suave. Creo que era el de Noelia. Los árboles proyectaban sombras oscuras y deformes en la vía, y la poca luz de sol que ya quedaba se tornaba roja como sangre, como vino, como siempre me había gustado.
Moisés le pidió al conductor que acelerara, Víctor supongo, mientras Jessica me preguntaba si estaba bien. Al parecer respondí que sí, porque sonrió y miró por la ventana. Noelia me ofreció un caramelo, que no tomé, y Guillermo se reía de las bromas de Samar y Gabriela.
Una voz femenina anunció que habíamos llegado, pero allí solo vi una montaña. Todos bajaron de lo que pude distinguir como una camioneta y comenzaron a subir por un camino que apareció de la nada.
-Momento –dije– ¿A dónde van? ¿Dónde estamos?
-Sólo una pregunta Gaby junior, y sólo una respuesta –dijo Víctor– ¿Que a dónde vamos? Es una sorpresa. A un lugar divertido, eso sí te puedo decir.
-¡Qué divertido va a ser! Te lo aseguro –dijo Gabriela–. Anda, Gaby junior, sube también.
Los miré con recelo pero ya ni modos, subí detrás de ellos. Los nervios aún injustificados me dificultaban caminar, reteniendo mis piernas como si fueran una cinta firme. Después del esfuerzo casi sobrehumano que hice, llegué a la cima, y me paralizó lo que vi: detrás de una reja, hileras e hileras de tumbas que parecían brotar del césped, negro ya a la ausencia de luz.
Ahogué un grito con la mano, sentí que me desvanecía y me aferré a la persona que se hallaba a mi lado; Samar me ayudó a mantenerme en pie, viendo hacia el tétrico horizonte. Pasaron unos segundos, o quizá minutos, quién sabe.
Sin saber cómo ni por qué, me encontraba subiendo la reja y avanzando entre las tumbas. En esos lugares da menos miedo ir con todos que quedarse, ¿no?
-Aquí es, es ésta, según dicen –dijo Moisés.
-Sí, aquí. Mira, es la marca –dijo Víctor señalando una tumba con mal aspecto–. La marca de la ira.
-¡Mira eso! Parece una cola de dragón –dijo Samar entre risas, lástima que yo no entendía el chiste.
Por un instante creí que era un sueño, pero mis sueños acababan, esto parecía no tener fin. Se sentaron en el pasto al lado del hallazgo, y me miraron.
-¿Y bien? ¿Ahora comprendes? –Dijo Noelia–. Queremos una inspiración sobrenatural para escribir, fue idea de Víctor.
-Sí, échame el muerto a mí, sé feliz –replicó él sonriendo–.
-¡Buena esa! –dijo Jessica–
-Ok, da risa, pero me da miedo estar aquí. ¿No es ilegal? –dije, intentando convencerlos de irse–.
-¡Qué va! Fuimos invitados cordialmente, de verdad –dijo Guillermo–. No te preocupes, no le estorbamos a nadie.
-¡Ah! Qué alivio –dije sarcásticamente–.
En un momento, Gabriela no estaba. Mientras la llamábamos por los alrededores, Jessica también desapareció. El siguiente fue Guillermo, y luego Samar. Cuando quedábamos sólo Noelia, Víctor, Moisés y yo, decidimos no volver a separarnos, algo estaba pasando. Miré hacia la marca que habían señalado minutos atrás, en vano. ¿Cómo había podido irse una marca hecha en piedra? No podía ser.
Noelia avisaba que alguien venía hacia nosotros, era un hombre de edad avanzada, con un uniforme de conserje. Se notaba lo gris de su cabello, tenía un pequeño farol.
-¿Qué ha pasado? Los oí gritar hace un momento –dijo.
-Nuestros amigos se perdieron, sin explicación –le contestó Moisés con sobresalto–.
-¡Oh! Ya veo, creo saber dónde están. Siempre saben llegar, mas no devolverse. ¿Vienes? –Le dijo el hombre a Moisés–.
-Sí, ya queremos irnos –dijo él–. Quédense por si vuelven los demás.
Víctor y Noelia me miraban, con una nota de responsabilidad que yo podía sentir. Sabía que no era su culpa pero no valía nada decirlo en aquel momento. En unos minutos el hombre regresó, completamente solo.
-Su amigo encontró a los demás, están esperándolos. La salida está más cerca por ese lado –Dijo el hombre–.
Víctor asintió y comenzó a caminar con Noelia detrás de él, dejándome oír sus pasos en la grama. Se paralizaron y de repente me tomaron del brazo. Ambos chicos me hicieron correr en la dirección opuesta, hacia unos árboles, donde las cosas de los demás estaban tiradas. Sentí miedo de nuevo, ¿qué pasaba? Había un olor inconfundible a fuego y a tierra mojada. Vi, como a través del agua, la reja por la que entramos.
Comencé a trepar, tal como me indicaban, no había rastro del hombre. Miré hacia abajo, ya en la cima de la reja, y no había nadie. Estaba sola, en esa oscuridad envolvente, con el miedo a punto de partirme en dos. Cayendo, cayendo y cayendo...
Todos me miraban, como si hubiese estado ausente. Esa misma salita de aspecto acogedor que ya recordaba, y todos en donde los recordaba.
-Entonces Gaby junior, ¿vienes? –Dijo Moisés-
Sentí que mi corazón se retorcía y respondí que no, que ninguno debería hacerlo, y miré por la ventana. Pensé que la paranoia no tiene límites y comencé a reír. Mi vista se fijó en un hombre que estaba en una esquina del viejo edificio vecino. Era pequeño, vestía de conserje y llevaba en la mano un farol.
4 comentarios:
Siento que soy un actor de alguna peli gringa de suspenso que muere a los 50 minutos de la película. Noelia, creo que a ti también te matan. Y seguro Víctor estaba aliado con los malos, eso no me sorprendería. ¡Jajajajaja!
xD cada quien piensa en el final, pero no queria hacerlo tan largo... ^^
jajajajaj es raro que te mencionen en varios cuentos...¿porque siempre debo morir? jajaj XD
la situacion estuvo buena GabJr pero tiene un exceso de dialogos que no vienen al caso, podrias comprimirlos o eliminarnos. Presentas muchos personajes que al final no desarrollaras por completo (de hecho alguno ni los desarrollas un poco) y no hacen falta en la trama, es mejor trabajar con lo minimo y lo mejor q se pueda.
¿que otra cosa?? umm...ah si! trata de no "contar" como si hablaras, no se, construye un estilo o haz algun esfuerzo en construir imagenes con palabras no tan "cotidianas" ya que me parece que el contenido es Onirico, bien podrias haber sido un poco mas flexible con tu tratamiento.
jeje perdon por ser tan criticona, es que es mi percepcion sincera.
un beso! lo demas, estuvo bueno =D
Gabiii has vuelto!! Jejeje, sentí mucho suspenso y mucha intriga! Me gustó FULL la idea de ir a buscar inspiración en un cementerio!! Súper creativo!! Me parece un temazoooo para desarrollarlo!
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