Once muchachos que quedaron picados porque el primer Rally Metropolitano de Escritores les pareció muy corto decidieron irse a los bares nocturnos caraqueños a beber birras y leer literatura. Cuando la cosa no dio para más crearon este blog porque las maravillas que estaban haciendo se estaban desbordando
jueves, 28 de abril de 2011
Todos conocemos el delirio
El delirio no conoce límites, todos somos igualmente susceptibles de caer en su travieso juego: en primer lugar, la visión de aquello que nos hace seres irracionales al instante, sea lo que sea, y luego la perdición total, la locura. Es como sentirse tentado por un precipicio, por asomarse al vacío, por saber qué sería lanzarse. Es delicioso, pero a la vez peligroso, ¿no es, acaso, uno de los más sutiles placeres de la vida? El delirio, visto por unos como una forma de alucinación, y por otros como una parte de la imaginación; al final no sabemos nada, sólo podemos disfrutar el momento en que llega a nosotros por el tiempo que dure. ¿Que cuál es mi delirio? La pregunta podría ser, más bien, acerca de quién es mi delirio. Tiene un nombre, un alma y un cuerpo. He llegado a pensar que muchos delirios son como el mío.
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2 comentarios:
Gabiii, qué interesante el tema.
Parte del delirio es también incómodo: perder el control sin permiso um....
Todos los delirios tienen su peligro! Y si es por personas.... tanto más, de caer en enamoramientos, ay!
Me gusta mucho Gaby, todas las formas del delirio de verdad. Y es verdad, puede ser delicioso el dejarse llevar, hasta el abismo. Sobre todo cuando te enamoras
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