jueves, 28 de abril de 2011

Todos conocemos el delirio


El delirio no conoce límites, todos somos igualmente susceptibles de caer en su travieso juego: en primer lugar, la visión de aquello que nos hace seres irracionales al instante, sea lo que sea, y luego la perdición total, la locura. Es como sentirse tentado por un precipicio, por asomarse al vacío, por saber qué sería lanzarse. Es delicioso, pero a la vez peligroso, ¿no es, acaso, uno de los más sutiles placeres de la vida? El delirio, visto por unos como una forma de alucinación, y por otros como una parte de la imaginación; al final no sabemos nada, sólo podemos disfrutar el momento en que llega a nosotros por el tiempo que dure. ¿Que cuál es mi delirio? La pregunta podría ser, más bien, acerca de quién es mi delirio. Tiene un nombre, un alma y un cuerpo. He llegado a pensar que muchos delirios son como el mío.

2 comentarios:

Gabriela Valdivieso dijo...

Gabiii, qué interesante el tema.
Parte del delirio es también incómodo: perder el control sin permiso um....
Todos los delirios tienen su peligro! Y si es por personas.... tanto más, de caer en enamoramientos, ay!

Jessisrules dijo...

Me gusta mucho Gaby, todas las formas del delirio de verdad. Y es verdad, puede ser delicioso el dejarse llevar, hasta el abismo. Sobre todo cuando te enamoras