sábado, 2 de abril de 2011

Esperando el café

—No llores, por favor, no aquí, te dije que no te iba a gustar. Te lo advertí, tú querías que te lo contara, por favor, Camila, no llores más, la gente nos está viendo—.

—Tú sólo piensas en ti, Juan, cómo quieres que procese todo eso en un avión —Ironizó Camila.

—No me vengas con esas, Camila, tú querías que te contara, me lo pediste —Dijo Juan sin darle importancia.

—Pero yo no sabía que era con Inés, pendejo, malpariiido, cómo quieres que pase todo el viaje contigo así, ¡sabiendo que me engañaste! —Dijo Camila, alzando la voz.

—Camila, tranquilízate, mi amor.

—No me llames mi amor, hijodelagrandísimaputa.

—Baja la voz, Camila, por Dios, estamos en un avión.

—Me voy a bajar de esta mierdaaa, ¡suéltame! ¿Qué haces, hijodeputa? ¡Suéltame!

—Cálmate, mujer, cálmate, es un viaje de 45 minutos, Margarita no queda en Europa.

—¿Está todo bien? —Dijo una aeromoza acercándose a la pareja.

—No, señorita, no lo está, necesito que me cambie de puesto.

—Lo siento señora.

—Señorita, por favor — Dijo Camila con mirada de odio.

—Lo siento, señorita, es temporada alta y todos los puestos están copados, ¿quiere que hable con algún pasajero que le interese estar en la ventana?

—No, señorita, mi esposa sólo está alterada…

—Quién dijo que hablaras, hijodeperra —Interrumpió Camila.

—…Tiene la regla—Terminó Juan.

—Señores, con esa actitud no puedo hacer nada por ustedes, el vuelo ya despegó. En 45 minutos estaremos en Margarita, estoy segura de que ahí solventarán sus problemas; Váyase a la mierda.

—No sabes lo fiel que te fui, Juan, ¡Qué pendeja fui!, no sé cómo acepté montarme en un avión contigo.

—Lo aceptaste porque me amas, Camila.

—Cállate, pendejo, cállate que tú no tienes ninguna moral para hablarme ahora mismo.

—Camila yo te amo, te confesé esto para que veas que soy sincero contigo, transparente, ¿recuerdas cómo nos enamoramos?

—Perdón.

—No, perdóname tú a mí, no me fijé, estaba pensando cosas y no te vi.

—No, de verdad, perdóname a mí, te llené de helado toda la camisa, por favor déjame darte algo limpio, mi apartamento está en la urbanización.

—No hace falta, ya iba a mi casa.

—Yo insisto, por favor.

—Sólo si aceptas tomarte un café conmigo esta tarde.

—Trato hecho.

—Recuerdo que te ensucié todo.

—No sé porqué no acepté tu invitación de ir a la casa en primer lugar, no sé qué sería de mí si no te hubiera conocido.

—Yo no tuviera el corazón roto.

—Camila tú me conoces, tenemos 6 años juntos, tú sabes que yo no haría algo como eso.

—Es por Inés, no tenías que haberte acostado con ella. Pero aún así te perdono —dijo bajándose del avión. —Yo también te he engañado.

Juan se quedó sin habla. Fue como si le hubieran dado una patada en sus bolas. Todo lo que había planificado ahora le estaba saliendo mal.

—¿Puedo saber con quién lo hiciste?

—Con Gustavo, tu hermano.

Bajaron del avión y caminaron sin decirse nada hasta la correa de los equipajes. Luego alquilaron un carro en el Aeropuerto y dieron marcha a Porlamar.

—Camila, tengo algo que confesarte. Yo no te engañé con Inés. Todo era una farsa. Lo inventé para probarte. Puedes llamar a Inés y preguntárselo. A tu mamá, incluso se lo dije a ella. A ella no le gustó al principio, pero yo quería darte una sorpresa. En realidad no veníamos a Margarita, ahora estoy manejando al puerto de crucero. No veníamos a pasar un fin de semana sino quince días enteros solos en el Caribe, pero ahora no sé si pueda pasar tanto tiempo contigo.

Camila no dijo nada.

—Pero porqué me voy a molestar. Si tú misma me has perdonado inmediatamente. No pasaron 45 minutos cuando ya habías vuelto a confiar en mí. Yo también confío en ti, mi amor. Sólo que ahora estoy confundido. Debes entenderme.

Camila se mantuvo callada.

—No manejes al puerto. Hemos llegado temprano. El barco debe salir en dos horas. Podemos ir a un centro comercial. Tomemos un café. Hablemos. Te contaré todo, por favor. Luego te dejaré decidir si ir al viaje o te daré espacio para pensar.

Fueron a un café en La Vela. Camila dio las indicaciones. Al instante llegaron, se sentaron y ella empezó a hablar.

—Juan, acaba de empezar el último minuto de tu vida. 1234 en realidad no es la clave más segura para proteger una computadora, es la más obvia. Lo oí cuando se lo decías a Gustavo. Mucho menos si sabes que tu esposa es espía igual que tú. Como sabrás tampoco me acosté con Gustavo, yo sé que tú tampoco con Inés. Morirás porque el café te lo sirvió mi jefe, que desde hace seis años me indica qué pasos tomar en esta relación.

—Camila, tu jefe, de hecho, es mi jefe, en este caso no moriré yo, sino tú. Como sabes, no hay pasajes, no hay Inés, no hay cachos. Este es el último minuto de tu vida. Siempre estuve un paso más adelante que tú. Dejabas muchas huellas. Si tuvieras más tiempo te nombraría tus errores. Sólo quiero decirte que sí llegué a amarte, me acostumbré a vivir contigo y a tus caricias. Hubieras sido una excelente madre.

Camila tembló. Se sentía descubierta. Sin embargo ella creía tener la razón.

—Juan, mi jefe es mi jefe. No tuyo. Esto será lo último que oigas de mí. Estoy embarazada.

Juan tembló. Su jefe quien lo llamaba y le daba órdenes sí había sido el tipo del café. ¿Pero a quién engañaría? Él no le dijo que su mujer había sido embarazada.

—Camila, el café los matará. En breve hará su efecto.

—Lo hará en ti.

—Te amo, lo siento.

—Te amo más. Espero que nos vayamos juntos.

—Mi hijo no hubiera sido espía.

—Mi hijo hubiera sido doctor.

—O literato.

—O Cantante.

—¿Cantante?

—Sí, hacen mucho dinero con poco esfuerzo.

—¿Y si fuera niña?

—Bailarina.

—¿Dices puta?

—No de Ballet.

—¿Camila?

—Sí, Juan.

—Ya pasaron dos minutos.

6 comentarios:

Jessisrules dijo...

Mo está es una loquera brillante, me encanta. Lo sentí muy surrealista

Victor C. Drax dijo...

Jajaja, me encantaron los diálogos.

Una cosa: trata de estar más pendiente de las formas en que los diálogos se construyen. O sea, de fondo, está bien, las voces suenan reales (que es la idea del diálogo), pero fíjate cuándo usas signos de interrogación y cuándo no, por ejemplo.

De todos modos es una cosa de estilo, Hubert Selby Jr no pone ni guiones de diálogo y sin embargo uno sabe quién habla (igual que Cormac McCarthy).
Anyhow: mosca un pelo con las formas. Y si es parte del estilo, entonces me callo y ya, porque igual suena natural.

Victor C. Drax dijo...

Por cierto que parece un episodio de La Dimensión Desconocida. Love it.

Andrea Gomez dijo...

Moooi! QUe genial jajajaja me encanto.. genial genial.. Que extrañoo todo! Y que bien que pasaron dos minutos.. estaba nerviosa por los dos.. Linda historia de amor jajaja

Karim Taisham dijo...

No me llames mi amor, hijodelagrandísimaputa.

oook, la expropio para proximas discusiones maritales jejee

sii, concuerdo muchisimo con Victor en cuanto a las formas, en mi caso, me perdí un poco en las ultimas lineas. Lo sentí confuso, luego releí y todo volvió a su cauce.

Aun asi...
^^

pero la parte de la pelea, jajaja como la vida misma.

José Leonardo Riera Bravo dijo...

Jajaja muy surrealista!

No me gustó la verga de espías (me pareció muy Sr. y Sra Smith), pero me gustó en lineas generales! ^_^!