Fue en ese momento. Fue justo en ese momento que la verdad la golpeó sin compasión. Alimentaba a su hija mientras ella veía estas nuevas series de televisión donde todos empiezan a cantar de repente. Vio la compota y tuvo una especie de deja vu: hace muchos años ella era esa niña, que en vez de distraerse con la televisión lo hacia con muñecas; en fin, se dio cuenta de lo insignificante que es la vida, de lo rápido que pasa el tiempo, y de lo poco que se puede hacer para evitarlo.
Entonces se recordó alimentando a su madre quien no podía levantarse de su cama por una enfermedad mortal, sí, la estaba alimentando también con una compota, a su madre, quien le daba a ella las compotas cuando era pequeña, cuando estaba enferma.
Llegó a la conclusión de que ese alimento es uno de los primeros en comer y uno de los últimos en digerir, y se rió porque no quiso llorar.
2 comentarios:
Wao, está genial este texto. Es el primero que leo en este blog, y la verdad que me ha motivado a seguir leyendo. Tu texto es tan breve como bueno, felicitaciones.
Gomita.
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