Botella se quitó el sombrero, se inclinó, sirviendo las bebidas y volvió a su puesto de observador. El buda de un templo etílico.
—Te lo digo —continuó Ticket—, tienes que ver las cosas con mejor actitud. El vaso no tiene por qué estar medio vacío.
—Es muy fácil para ti…
Cepillo bebió un sorbo y dejó que el sabor amargo y burbujeante de la cerveza inundara su boca. Tragó.
—…tú no eres el que tiene que meterse en la boca de un imbécil que acaba de descubrir las normas básicas de higiene corporal… a los treinta y seis años.
Ticket le dio una prolongada mirada… y encogió los hombros.
—Podría ser peor —dijo—. O sea, mira a Papel Higiénico. Ese trabajo sí es una auténtica mierda. Y yo no lo veo quejándose.
—¿Estás consciente de que Papel Higiénico a ha tratado suicidarse seis veces, verdad?
—Cinco —intervino Botella, desde su podio sagrado—. Cinco veces. Que yo sepa.
Ambos voltearon a la entrada del bar cuando Celular y Revista Playboy hicieron su aparición. A juzgar por sus risas, el irregular andar y los tonos de voz elevados, era evidente que la fiesta había empezado hacía mucho para esa pareja.
—¿Puedes creer eso? —preguntó Cepillo—. Le estoy echando los perros a esa condenada desde que nació y aquí llega el señor “soy importante y todo el mundo me compra” y se va a casar con ella. Que se joda la vida. O sea, ¿qué es? A mí también me compra todo el mundo.
—Bueno, sí, pero… tú no puedes conectarte a Internet. No se puede tener cybersexo contigo.
Ticket apartó la mirada de la parejita del año para encontrarse con la expresión hastiada de su amigo de la infancia.
—A veces no comprendo por qué te hablo todavía —admitió Cepillo.
—Bueno —Ticket bebió otro trago—, nuestras esposas juegan a las cartas dos veces por semana y ese es el tiempo que elegimos para venir acá y revivir nuestros tiempos de gloria.
—No te me pongas melancólico tú también.
—No lo estoy siendo. Viejo —llamó a Botella—, ¿todavía preparas esos tostones que serviste la otra vez?
Botella asintió.
—Tráeme unos ahí. Me los anotas en la cuenta.
—No sé qué voy a hacer con mi vida, pana —continuó Cepillo—. No puedo continuar un siglo más metiéndome en la boca de desconocidos. No puedo. Me rehúso. ¿Te he contado de todas las veces que me usan para quitar hongos entre las ranuras? ¿Sabes cómo me siento cada vez que me hacen eso?
Ambos bebieron y, al poner sus tragos de vuelta en la barra, dijeron al unísono:
—Al borde de la desesperación.
—Dices esa misma paja por lo menos una vez a la semana —añadió Ticket.
—Pues es cierto.
—¿Sabes algo?
Botella volvió con los tostones. Ambos cogieron del plato y comieron, pasándolo con sus cervezas.
—Yo podría estar quejándome de que “sí, todo es una mierda, soy un ticket de metro infeliz y no existe jabón que me quite el asco que siento por dentro cuando los putos humanos me usan para secarse el sudor y quitarse el sucio de las uñas”, pero… mi hermano, ese es nuestro papel en la creación. No hay nada que podamos hacer al respecto, hasta el día que los humanos inventen nuevas vainas, que será el día de la venerable jubilación.
Cepillo tomó otro tostón, con un crujido audible lo rompió con las cerdas y masticó.
—Se me hace eterno —dijo—. Llevo demasiado tiempo de guardia. Si recibo otra puta plaquita de “Récord al Servicio: Para los Objetos Más Útiles”, te juro que voy a empezar a ponerme gorras de cianuro.
—No van a creer esta mierda.
Ambos voltearon hacia el nuevo participante en la barra. Libro.
—Hey —saludó Ticket—. ¿Cómo va… la lectura y eso?
—Mal. Por un tiempo me sentí útil y feliz; muchos humanos me ignoraron, pero está bien, puedo vivir con eso mientras los que sí leen me aprecien. Me levanto hoy y ¿qué es lo que veo cuando llego al trabajo? Fucking Kindle rodeado de “intelectuales” que antes me consentían y me tenían en un pedestal. ¡Kindle! Hasta el maldito nombre es estúpido —miró a Botella. Señalándole con el índice: —. Dame un trago de lo más fuerte que tengas.
—Estábamos hablando precisamente de eso —dijo Ticket—, cómo siempre llegan generaciones que nos jubilan y----
—Voy a Marcalibros —continuó Libro, mirándose las hojas— y le digo “el sábado hay parrilla en casa de Cepillo, ¿vamos a ir juntos, no?” y ella me dice… me dice… que va a ir a un recital de iPod. Con Kindle.
—Qué bolas —Cepillo bebió otro trago—, si Pasta Dental me hiciera eso, creo que yo…
—No, no, tienen que oír el cuento completo. Yo le digo “no me puedes hacer esto, ¿sabes? Tengo dignidad, tengo orgullo, todos los años recibo placas de Récord al Servicio. Es un gran honor, por si no lo sabías.”
Ticket y Cepillo se miraron por un par de segundos. Bebieron.
—Y ella me dice “ay, Libro, no te me pongas celoso” y yo le digo “ni siquiera puedes marcarlo a él. ¿Qué clase de relación pueden llevar juntos? Es una locura.” Ella… ella le dio un vistazo a Kindle y me dice… “pero tú y yo podemos ser amigos” ¡Oh, por dios, soy tan infeliz!
Con un golpe seco, Libro apoyó las hojas en la barra, mientras de sus ojos fluían lágrimas de tinta. Ticket y Cepillo lo miraron con la misma capacidad de ayudar que habrían tenido si Libro estuviese consumiéndose en llamas.
—Creo que puedo aguantar otro siglo —dijo Cepillo—. Y las cosas entre Pasta Dental y yo van muy bien.
—Sí, sí —decía entretanto Ticket—, Torniquete y yo vamos a ir a una carrera de trenes, es un evento importante y eso…
Botella sirvió la bebida de Libro. Era un líquido azul con una sombrillita. Los tres objetos tras la barra lo miraron en trance.
—¿Salud? —dijo Botella.
—¡Salud! —dijo Ticket —¡Y por una larga vida útil!
Y los tres bebieron de sus respectivas bebidas.
6 comentarios:
Verciale loco!! Muchas letras pa' mí!! Me espantaste!! Tú como que no sabes que el tamaño SÍ importa??
Je, sí está largo, pero MUY bueno! No más, aunque curioso, sentí prescindible para la trama la parte del celular y la revista jeje pero es parte de tu estilo, e igual agrada. Divertido cosmos!
me encanto! jaja :)
Marico, no puedo con esto... está demasiado fino xD me cagué de la risa, me gusta me gusta
Traté, de verdad, de conseguirle una extensión más corta, pero cada parte se me hacía necesaria, para ayudar a recrear la sensación de una conversación casual entre dos panas que beben. ¡Qué bueno que les gustó, de pana! :)
lo amé!
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