miércoles, 14 de octubre de 2009

Mordida (parte final)

Paula leyó los mensajes. El del chivúo decía así: “Sé lo que estás haciendo, Paula P()7@. Cuídate de mí”. El de Andrea decía esto: “Pau, Víctor está muy misterioso. No sé qué le pasa. Él estuvo con ustedes el día del chivúo. Creo que eso tiene que ver con su misterio. Si sabes de algo, avísame”. Paula tiró el teléfono en el chifonier y se tiró en la cama exhausta.

Noelia había advertido a Andrea sobre la llegada del chivúo de Belice, también le había dicho que no confiaba en Víctor porque lo llamó para advertirle y él le salió con esquivas. Pero en su mente sabía que algo no estaba bien. Como siempre, Noe, tenía un presentimiento de que algo iba mal y que ella podía solucionarlo, pero no sabía cómo. Había pensado en denunciar al chivúo a la policía, pero ¿por qué? Si él no había hecho nada. Apenas, estando borracho, les había dicho que los iba a matar a todos. Todo porque ese día, en esos chinos chacaeros de Víctor, Noelia le dijo que no le gustaban las arañas. Entonces el chivúo se molestó porque era coleccionista de arañas raras y le lanzó una Smirnoff a Noelia que no le hizo daño porque su tiro fue desviado. Sólo mojó a Gaby y a Leo Riera. Gaby dijo: “Chivúo, cálmate” y Leo: “¿Tú eres mamahuevo o qué?”. Entonces el Chivúo se paró de la mesa y se fue; en el camino empujó a un chino y salió. Un segundo después salió Víctor tras él. A Noe le pareció rarísimo. Cuando Víctor regresó todos le preguntaron que qué fue a hacer y Víctor dijo que había ido a devolverle el celular que había dejado en la mesa. Nadie le prestó más atención a esto, salvo Noelia. A ella le pareció que Víctor andaba en algo raro, pero le dio el beneficio de la duda así que trató de olvidarse del asunto.

Ahora que Noelia se acordaba de estas cosas pensó que lo mejor era ir a ver a Víctor. Lo llamó y textió y nada. Así que llamó a sus amigos del grupo, entre ellos a Andrea que luego, como sabemos, le escribió a Paula en la noche, porque ella no sabía que Noelia ya la había llamado antes.

El día.

El día de la muerte de Leo Riera, Andrea estaba como todos los días en su colegio bajo la mata con un libro haciéndose la dormida o durmiendo de verdad. De camino al árbol había visto muchas arañas: de diversos colores y tipos. Así que pensó que su sueño podría ser de arañas de colores. Pero esta vez su sueño no fue interrumpido por Noelia, sino por el Chivúo que la miraba fijamente.

Un par de horas después, Leo Riera entró a la panadería, pidió dos canillas y murió instantáneamente. Noelia, quien iba en su búsqueda para advertirle lo que estaba pasando lo encontró muerto en el piso. Lloró, pegó un grito de desesperación y sufrió la muerte de su amigo. Vio hacia todos los lados y le pidió clemencia a Dios. Leo Riera estaba frío y pálido en sus brazos en el piso de la panadería del portugués. Noelia sintió una punzada en su cabeza y vio a lo lejos, en la multitud, a Víctor Cuotto Drax caminando entre la gente fuera del local. Noelia dejó a Leo tirado en el piso y corrió tras Víctor. Él corría también cruzando cuadras, adentrándose en callejones, saltando charcos y pasando por calles cada vez más oscuras. Noelia no sabía si Víctor estaba huyendo de ella o estaba persiguiendo algo. En una esquina escuchó que Víctor se había detenido una cuadra más adelante y que alguien lo saludaba. Se quedó escuchando.

- Tenemos que actuar rápido, Víctor.– Noelia reconoció una voz familiar, masculina, pero no pudo definir con exactitud de quién era.

- Sí, se dio cuenta de todo. Es probable que me haya seguido y sepa de nosotros.

- ¿Tú eres pendejo? ¿Cómo vas a venir para acá después de eso?

- No tenía otro sitio a dónde ir, Chivúo.– a Noelia se le erizaron algunos pelos de la nuca– Ahora tenemos que irnos. –Ella no sabía qué hacer si salir corriendo y olvidar todo o quedarse a escuchar qué otras cosas decían. Al final su curiosidad pudo más.

- De ninguna manera, nadie se moverá – dijo una voz que venía entrando. Noelia reconoció inmediatamente que era la voz de Paula.

- Derribémosla, Víctor. –dijo el Chivúo.

Entonces se escucharon pasos y sonidos de lucha. A Noelia, desde su escondite se le pasaron muchas cosas por la cabeza. Sentía miedo, pero también molestia por lo que le estaban haciendo a su amiga. Su mente dudaba muchísimo, sentía que podía jugarse la vida. Escuchó el gatillo de una pistola y no lo dudó más; respiró profundo, tomó ánimos y, como quién va a salvar el mundo en una película de Hollywood (con la misma cara que puso Bruce Willis cuando se quedó solo en el meteorito en Armagedón mientras Ben Affleck lo veía con arrechera con ganas de salvar al mundo también), salió de su esquina y con los ojos cerrados, sin haber visto nada aún, dijo: “Alto ahí”.

Abrió los ojos. Andrea Gómez había despertado de un sueño como el de la otra vez, pero esta oportunidad tenía al chivúo frente a sí. Ella sintió muchas sensaciones a la vez: miedo, soledad y sorpresa: “Wow, qué finas son las recostadas en esta mata, en dos días me ha despertado gente bien rara”. En una conversación de gestos y silencios, Andrea le dijo que tenía miedo por su presencia, que qué hacía aquí. Andrea pensó que si moriría en este instante no estaría tan mal, porque el lugar era perfecto. El chivúo leyó los gestos de Andrea y se sentó en la grama frente a ella y, sin que ninguno hubiera dicho una palabra aún, éste sacó un frasco de compota gigante, más bien como de mayonesa que tenía una araña adentro. La sacó en la palma de su mano y la estiró hasta el espacio de Andrea.

-Tiene muchos colores –dijo Andrea tratando de romper el hielo, pero su voz dejó notar lo nerviosa que estaba.

–Tranquila, ella te mataría con su mordisco instantáneamente.

Noelia abrió los ojos. Paula tenía una pistola en cada mano y el Chivúo y Víctor estaban a tres metros de distancia siendo apuntados directamente.

–Noe, es la única forma. Ellos mataron a Leo Riera.

–Pau, son nuestros amigos. No lo hagas.

*

Esta es una araña de Belice. Yo he sido coleccionista de arañas muchos años antes de que me fuera a vivir allá. Fui a Belice a buscar esta araña que allá abunda. Quería un par para mi colección –Andrea recordó The Dark Night y toda la historia que el Guasón contaba antes de asesinar a alguien.

*

–También mataron a Andrea, Noelia.

–¡Todo es mentira! –dijo el Chivúo escupiendo.

Noelia cerró los ojos.

Sonó un disparo. Pero como en las películas de Hollywood el disparo fue del que menos uno se lo esperaba. Este disparo no había sonado como cualquier disparo. Era como el disparo de una pistola con un silenciador echado a perder.

Cuando Noelia abrió los ojos vio a Paula en el piso y a Andrea Gómez con una pistola muy cerca de ahí. Noelia agarró las pistolas que Paula dejó caer y apuntó con ellas a Víctor y al chivúo con una y con la otra hizo que Andrea se moviera hacia donde estaban los otros.

–Noelia, no es lo que tú crees –dijo Andrea.

–¡TÚ MATASTE A PAULA! –gritó Noelia.

No está muerta –dijo tranquilamente Víctor.

*

–Tranquila, Andrea, no he venido a hacerte daño. Puedes calmarte.

–Entonces, ¿a qué has venido? –dijo Andrea pudiendo respirar nuevamente.

–En mi colección tengo muchísimas arañas, y mi casa está repleta de peceras que crecen en un medio ambiente agrabable para ellas. Trato con todas mis fuerzas que tengan una vida feliz, y como soy muy feliz viéndolas, no puedo dejarlas ir. Mis arañas son lo más importante en mi vida. Sus venenos, que colecciono, son tan raros como los colores y la variedad de ellas. Hay venenos como el de esta araña de Belice que te puede matar en un instante. Hay otros venenos que te pueden dejar ciega o inválida. Otros que actúan en tu mente matándote, pero dejándote con vida.

–¿Cómo es eso?, no entiendo. –Andrea ya sentía confianza con el chivúo.

–Pues, actúa como una droga. Primero te hace muy feliz, después te da la necesidad de inyectarte más este veneno, pero como es de la mordida de una araña no se puede conseguir en ningún lado, así que te debilita mentalmente y te vuelve loco. Te convierte en una cosa que no eras o eres. Luego el veneno te domina y borra todo de ti y te convierte en una persona malvada que toma decisiones apresuradas e incorrectas –escuchó Andrea atentamente.

–¿Y entonces qué hay con todo eso?

–Bueno, cuando llegué de Belice invité a Paula a mi casa para que conociera las arañas, pero un desafortunado accidente provocó que una araña la mordiera y era esta araña que vuelve loca a la gente. Como yo no conocía ningún remedio instantáneo y sabiendo lo que podía ocurrir la llevé inmediatamente al hospital y me regresé a mi casa para acomodar el desastre y evitar que otra araña escapara –escuchaba ahora Noelia la repetición del cuento que contaba el chivúo, esta vez entre callejones oscuros y esquinas–. Al día siguiente cuando regresé al hospital, Paula no estaba. Los médicos dijeron que no supieron cómo escapó. Pasé dos días pensando en dónde estaría, la llamé, pasé por su casa, pero no aparecía. No llamé a ninguno de ustedes porque no quería preocuparlos, además no sabía si podían confiar en mí después de aquella última despedida en los chinos de Chacao. Ahora me disculpo, no sabía que Leo Riera moriría por esto. Bueno, un día regresé a mi casa y Paula estaba esperándome en la sala. Estaba súper cambiada y tenía en un frasco de mayonesa a una de mis arañas de Belice. Dijo que quería matarme y lanzó el frasco con fuerza contra mis pies en el piso tratando de que se rompiera y la araña me mordiera y yo muriera inmediatamente. Gracias a Dios la locura de Paula no la hizo ver que el pote de mayonesa era de plástico y no de vidrio. Después de eso escapó y no la vi más. Entonces llamé a Víctor y le conté todo. Era el único en que podía confiar de ustedes. Él me devolvió mi celular aquél día en que yo estaba locamente borracho y te dije ciertos improperios, Noelia, discúlpame. Entonces empezamos a cazar a Paula, pero nunca la encontrábamos, no queríamos que cometiera más locuras. Pero entonces al parecer descubrió que la estábamos cazando y te llamó a ti y a Víctor, convirtiéndome en el malo de cuento. Pero gracias a eso Andrea Gómez se salvó, porque el mismo día que tú te le apareciste en el San Ignacio, Paula estaba con una araña a punto de matarla, si no hubiera sido por ti Andrea hubiera muerto. Desde ese día Víctor y yo supimos que teníamos que hacer algo, así que al día siguiente salí a darles dardos paralizantes a todos ustedes. Les di a Geraldo, Samar, Gabriela y a Andrea. Víctor le dio a Bejarano, Camacho y Jessica, luego iba por Leo Riera y más tarde por ti, pero se encontró con que Paula había asesinado a Leo con el veneno de una araña. Así supimos que con su locura descubrió cómo extraer el veneno sin hacerse daño. Víctor y yo desarrollamos un antídoto para Paula. Por eso no contestaba el teléfono ni tenía tiempo para responder mensajes de texto.

–Ese antídoto deberíamos inyectarlo antes de que se despierte y quiera asesinarnos a todos de nuevo­ –finalizó Noelia un poco aliviada, pero triste por la partida de su amigo.

5 comentarios:

Gabriela Valdivieso dijo...

JA JA JA Amigo, qué creatividad! Me gustó full como jugaste con los tiempos y las distintas situaciones! Está re bueno jaja felicidades!!

Cambiaría, eso sí, el final porque parece como incompleto! Qué piensas!

Moises Larez dijo...

Bueno, sí he pensado que el final podría ser mejor. Tengo que pensármelo más.

Karim Taisham dijo...

me gusto full Moi. pero esta un poco accidentado al final. osea, esperaba mas de la ultima frase.
vale, osea, Pau y yo somos las locas jajajja

Moises Larez dijo...

Qué fino que les guste. Gracias por sus comentarios. Trabajaré más el final en adelante.

Anónimo dijo...

Moi, me encantó! Me reí mucho y no me esperaba estar tan loca! Creo que de ahora en adelante sabré diferenciar un pote de vidrio a uno de plástico antes de querer matar a alguien! jajaja Los quiero mucho y los extraño. Pronto volveré a escribir, lo prometo :)
Pau