martes, 6 de octubre de 2009

El amor va en mototaxi

Por José Leonardo Riera
(Tomado del libro Mitología de la Gran Caracas).


- ¿Y qué más? ¿Cómo te va con la motorizada?
- ¡Chamo no le digas así!
- ¡Bah! ¿Yo tengo la culpa de que sea una mototaxi? Jajaja no te enrolles, men, ¡más bien cuéntame cómo te conseguiste semejante prospecto! Jajaja
- ¡Tú eres una sarna! Jajaja te voy a contar simplemente porque aquí accidentado no tengo nada que hacer ni ningún lugar adonde ir…

Hace como un año y pico yo iba normal en mi chevetico ¡cuando a la cafetera esa le dio la picazón de culo y se accidentó! Y yo ¡Coño! ¡Ahora cómo hago! Lo cierto fue que después de pasar como cuatro horas ahí no me quedó otra que ir corriendo a una ferretería para comprar una herramienta que me hacía falta para arreglar ese perol. Pero la cola que había era bestial y no había ni una ferretería ni un metro cerca, así que no me quedó otra que buscar un mototaxi.

Lo cierto es que en la esquina (¿o debo hablar en plural?) de esa cuadra, por suerte, había una línea de Mototaxi. ¡Una banda e’ motos había en esa verga! Y el poco de tukis con sus gorras, y sus cascos, y sus lentes, y sus guantes de lana, y sus pantalones pegados, y sus franelas de rayas, y sus zarcillos y sus bigotes amarillos. Y yo diciéndome dentro de mí ¡Qué vaina pues! ¡Lo que falta es que este poco e’ locos me roben!

- Buenas tardes –les dije- una carrerita para aquí mismo, en la avenida.
- Vete con ella –me dijo un viejo apuntando el palillo que tenía en su boca en dirección a una mujer- Yubirixaida, hazle la carrera al chamo ahí.

¡Y yo volteo y veo a una tipa como de treinta años, medio bajita, tetona, culona, con cara de gocha malandra y con el pelo más amarillo que Lina Ron! ¡Te lo juro chamo! Jajaja ¡Pensé que era Lina Ron!

¿Qué? –dije- ¿Tú tas’ loco o manejas moto?

La respuesta fue obvia.


Bueno, lo cierto es que me monté con ella y, en ese momento (y en cada uno en que encontrábamos un hueco inevitable o un policía acostado), sentía que la moto se volvería mierda. Ella iba a full chola, me imagino que arrecha por lo que yo había dicho, y yo, burda de cagado, lo que hice fue agarrarle la espalda, y luego, nervioso, la cintura, y luego, sin pensarlo, sus piernotas.

¡Chamo y por mi madre que eso fue santo remedio! A partir de allí todo fue como una relajación. Sentirme tan cerca de una mujer, tan protegido, dejar que mi mente se olvidara de todo, con el aire moviéndose hacia mí. Es burda de fino, men. Lo cierto es que después de eso me hizo varias carreras y la cosa iba mejorando; ya hasta hablábamos, en la moto, en la calle, por mensajitos, nos enamoramos y así me la llevé conmigo pa’ Carapita.


Esta historia la conté el mismo día en que, un año y pico después de conocerla, me accidenté de nuevo; ella fue a buscarme en su moto, yo le vendí el chevetico a mi pana y, a partir de ese momento, ando a pie… y dejo que el amor vaya en Mototaxi.

5 comentarios:

Unknown dijo...

JAJAJA muy buena historia el mio xD.. bastante original y te apuesto que pudiera ser una historia de la vida real xD.. Excelente !!

Moises Larez dijo...

¡Wao! Me encantó tu crónica, es tan ligera y dulce que uno no se da ni cuenta de que la está leyendo.

Fabiola dijo...

Muy buena ;-)

Guillermo Geraldo dijo...

Excelente, opino lo mismo que Moisés.

Karim Taisham dijo...

ayy la amé!