domingo, 16 de mayo de 2010

Y esas cuenticas que uno va dejando, como quien no quiere

El traje de salón


En mi cara se dibujo una enorme sonrisa cuando mi abuela decidió ponerle pantalones al burro. le parecia indecente la desnudez del burro, un animal tan feliz en medio del pastizal, caminando como bien pueda por la finca, escoltado por los perros y las moscas. Orgulloso dueño de las flores y los caminos, degradado a usar pantalones. Se los confecciono con tela de saco de harina y unio las costuras con gruesa cabuya. Mi tio le puso la prenda entre las patas del animal que molesto se rebelaba a la censura. Las garzas negras se reian escondidas entre las ramas, los caballos miraban con tristeza y las vacas fingian que no sabian nada, como hacen las vacas y luego te miran de reojo cuando no te das cuenta. Finalmente, en la frente de mi tio se dibujo un hilo de sangre que recorria su rostro hasta su boca. El burro tenia puestos sus pantalones y lucia muy desdichado.
Mi abuela se reia satisfecha y pronto coseria pantaleticas para las gallinas y franelas para cubrir las tetas de las vacas. Una noche, yo estaba dormitando en la hamaquita, tibia y roja del color de la arena y vi al burro quitandose los pantalones. Movia su cuerpo lo mejor que podia y subia las patas, dando feroces coces contra una pared de aire. Poco a poco las intenciones iban cediendo, la tosca tela estaba siendo destrozada, y rotas las costuras fueron quedando expuestos los secretos del burro, que feliz se revolcaba en la oscura soledad del pastizal.

El libro secreto de los besos.

Maria aprendio a besar a los treinta años. Y me apresuro a decir que aprendió, quizá no lo sepa. tal vez todavia este ensayando el calor de la boca incendiada, el movimiento timido y serpentino de la lengua, el oceano diminuto donde se hunde el deseo y los gemidos ahogados de la felicidad. Yo le besé, hace años, cuando ella cumplio treinta años. Debajo de un arbol de mangos, bajo una tarde que llovia. Le temblaban las piernas y sus ojos cerrados escondian aquellas perlas azules entornadas en soberbio marco de marmol. ¡Que fea era Maria! por eso espero tanto. Yo le bese un dia que estaba corto de plata y me dijeron que si la besaba me darian unos reales. Y ahi estaba yo, ahi estaba ella, Con los ojos cerrados y la boca dispuesta. Los labios rojos de Maria. Ahora ya no se cuantos años tiene, seguramente seguira esperando, debajo de un arbol de mangos y una tarde de lluvia, su segundo beso de amor.

Tu mano cerrada que apreta el cinto

Antonio. toma estas manos que me queman y que vengan sobre ti las luces discretas de los conventos cerrados y las letanias de las iglesias. Te espero sentada. A orilla de una cama sin nombre, inmensa y blanca como una salina y tus niños, si es que vienen, me recibiran diminutos sobre las cuentas larguisimas que tu llamas "cabello amado". Yo te vi. Pasear con tu querida en una plaza y las otras me llamaban loca porque te esperaba a orillas de un mar invisible. Pero llegaste, haz llegado. Y de mi solo se burlaran los espejos y los niños ciegos que piden lismosna. Apreta el cinto que llevas en mi cadera, haciendome caminar a tu lado. Como una bestia mansa con el amo. Como las estrellas que corren sobre el agua y los grillos que cantan borrachos sus lejanas melodias de esas que hacen que no te pierdas, camino a casa.

Cinco segundos antes de tierra

Lo arrojaron al vacio para saber que pasaba, tomaron un reloj con segundero y empezaron la cuenta. poco a poco, durante la caida, el cuerpo se iba volteando. La cabeza que antes les miraba con zozobra ahora miraba hacia abajo. las patas de explayaron hasta su maxima longitud. se le erizo el pelo. se contorsiono en el aire y la gravedad se vio humillada. la cola como volante le posicionaba derecho el cuerpo agil. La mirada se le afilo como un cuchillo y abrio un poco la boca. Tres segundos y los muchachos seguian contando. Saco las garras. Arqueo el cuerpo ligero. Estiro las patas hacia abajo. Pronto el piso. Pronto el dolor. Cuatro segundos, contaron hasta que el animal pisara tierra. Cayó. Los musculos de la paleta amortiguaron la caida. La cola permanecio derecha. los ojos atentos, las orejas en peligro.Corrió. se abalanzo hacia la calle y como una mancha negra, desapareció. segundo cinco, contó el mayor de los muchachos.

3 comentarios:

Victor C. Drax dijo...

Me pareció que el fragmento que mejor funciona es el primero. Todos, no obstante, son tú. Como la voz de un cantante, tu estilo ya está bien definido, me parece, Noelia.

Gabriela Valdivieso dijo...

Coincido con Víctor, el primero es tremendo. Pero también me enganché con el último! Qué interesante aporte, Noe! Publicaste algo nuevo y diferente!!

Karim Taisham dijo...

gracias.
Nada menos que las dos personas mas admiradas me comentan de una sola vez =)
tu crees que este definida, Vic? ahh no se. no quiero confudir estilo con repeticion, con reiteracion. Espero no aburrirlos en un futuro.